Fan fiction X Files (Expediente x) Californication... Sí soy así de Friki y estoy así de loca....

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lunes, 24 de diciembre de 2007

AGUA Y VAPOR.

Todos los derechos son de la 1013 y la Fox y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y porque me gusta.....

Las baldosas eran blancas y la bañera ocupaba el centro del cuarto de baño. En la ventana había un par de macetas, en los muebles sales de baño, varios champús, jabones, geles y algún pequeño adorno. Ella estaba dándose un baño. Siempre la encantó. Tenía la bañera llena de agua, la llegaba hasta la barbilla. Olía a sales y a humedad. El agua caliente, el vapor, la espuma y la luz que entraba por la ventana de marco verde, a través de las hojas y flores de las plantas. Tenía el pelo y la cara mojados, se había hundido un par de veces bajo el agua y ahora miraba hacia la ventana, adormecida. Su respiración y el canto de algún pájaro como únicos sonidos. Está sonriendo porque ha recordado algo, sonríe y se humedece los labios, entorna los ojos y deja que el agua le suba hasta la nariz. Mira hacia abajo y ve la espuma y sus pies al fondo. La bañera es grande (si no él no entraría). Junta los pies y saca las manos del agua, se las mira, aún no están arrugadas. Se levanta un poco, el agua nuevamente hasta la barbilla, mirando hacia la ventana, viendo las nubes.
Oye unas pisadas que se acercan, la puerta está medio cerrada, mira hacia allí pero no logra ver nada. Espera. Se fija en el vapor que lo inunda todo. Otra vez las pisadas, lentas, crujiendo la madera. "Va descalzo" piensa. "¿Qué estará haciendo? Creí que estaba abajo". Parece estar trasteando, supone que estará yendo de una habitación a otra. Sonríe al pensar en las posibilidades. Sí, seguro que puede ser cualquier cosa, él siempre está haciendo algo, sea lo que sea, siempre con la cabeza ocupada. Oye las pisadas otra vez, más cerca, más y más cerca y aparece él, abre la puerta, despacio y se queda ahí parado, mirando lo que trae entre las manos, con sus vaqueros viejos y su camiseta gris. Ella le mira, rodeada de agua, esperando tranquila y él levanta por fin la vista hacia ella. Parece concentrado y tarda en reaccionar, cuando lo hace la sonríe, con ternura, poniendo su carita de niño, luego coge una banqueta, la coloca delante de la bañera y se sienta. Ella ha seguido el proceso y ahora sí que está expectante de lo que la vaya a decir. Él levanta la mano derecha y la abre delante de ella. Ella sonríe. "Sabía que la encontrarías" le dice orgullosa y él la mira y se echa a reír a carcajadas. Sentado en la banqueta, apoya los codos en sus rodillas y mira lo que la ha enseñado, es una tecla del ordenador. Mira la tecla y la mira a ella. "No dejo de asombrarme de que sea precisamente la X la que se hubiera tenido que perder de entre todas al caerse el teclado al suelo" la dice. "Es el destino Mulder" le contesta bromeando y se hunde en el agua hasta la nariz de nuevo. Sus ojos piden juego y él lo reconoce al instante. La mira, sonríe y se estira a dejar la tecla en la estantería, luego la acaricia el pelo mojado, la acaricia la sien. Mirándose a los ojos. Scully saca la boca del agua para hablar "Te dejo un hueco" y cierra la boca, esperando. Él la mira con ojos vidriosos, verde casi transparente por la luz. Mete la mano en el agua, la mueve para que la espuma se mueva. Mira la espuma y la mira a ella y se mueve, levantándose y agachándose hacia ella, la da un beso en los labios, un beso suave y mete una pierna en la bañera y luego la otra y casi a la vez el resto del cuerpo. El sonido del agua al desbordarse y caer y correr por el suelo embaldosado. La postura es difícil, ella le rodea con las piernas, el brazo izquierdo fuera, apoyado en el borde de la bañera y el derecho agarrándole fuertemente el cuello. Le atrae hacia sí, él se deja, sigue intentando encajar y el agua sigue cayendo. Se besan. Un beso largo, primero suave y tierno en los labios, abriendo paso al resto, lentamente y ella le toca la cara con la mano derecha, abriendo los dedos, jugando con su oreja, lengua con lengua, mordiendo los labios, con el agua caliente y espumosa alrededor y su otra mano en su nuca. Entonces ella desliza las manos hasta la cintura de él, le acaricia y sube con sus manos torso arriba, tocando sus músculos, quitándole la camiseta mojada y él se deja hacer, levantando los brazos, esforzándose por no escurrirse y ella tira la camiseta al suelo, nos escuchan el ruido que hace al dar contra el suelo encharcado. Se besan nuevamente, fuertemente, las piernas de ella apretándole contra sí y él apretándola con sus brazos, sus manos, grandes, en su espalda y ella le comienza a desabrochar los pantalones, excitada. Él la ayuda, el agua sigue cayendo fuera y ellos se besan. Él se tiene que medio sentar y sacar las piernas fuera del agua para sacarse los pantalones y la ropa interior. Los tira fuera, se gira sobre ella y ella abre los brazos y la boca para besarle y él la sujeta por la espalda, se clavan los dedos, gimen, se besan bocas, labios, cuello. Se giran, abrazados hasta que ella queda encima y él abajo, sentado. Se miran, sonríen, se besan, ella abrazándole fuertemente, con la mano entre su pelo y él con las manos en su espalda. Ella le besa la mejilla, baja al cuello, se separa para respirar y mirarle, le coge la cara entre sus manos y le mira a los ojos, con la boca abierta y le sonríe y él la aprieta más contra sí y el agua sigue cayendo, salpican al moverse. Agua, espuma, vapor y olor a sales corriendo por el baño, saliendo al pasillo que es de madera, con las paredes verdes, verde hoja, la escalera de madera, algún cuadro en las paredes, puertas a los lados y al fondo una puerta blanca abierta, en esa habitación hay mucha luz, las ventanas están abiertas para que entre el aire cálido del verano, meciendo las finas cortinas que parecen visillos y forman dibujos en el suelo con la luz. Las paredes son también verdes y el suelo también de madera. La cama es de hierro, pintado de gris, con toques verdes y rojos. La colcha blanca con un par de flores y hojas y dos cojines rojos encima. A los lados dos mesillas de madera oscura, con dos lámparas blancas. A los lados un par de sillas con algo de ropa encima. Bajo la ventana una mesa con un par de libros, una funda de gafas y algún adorno. Al fondo, bajo un cuadro con una preciosa fotografía del Mar y las olas, hay una cómoda y encima tiene un jarrón antiguo de porcelana, envejecido, con los bordes algo rotos y la laca agrietada, al lado hay un marco con una foto. El marco es de metal y está pintado a mano con tonos verdes, azules y rojos, dentro, la fotografía de un niño.

LA CASA BLANCA

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Por la luz y la temperatura y por las flores y hierba tan alta y verde que llena los huecos del bosque que dejan los grandes árboles, debe ser primavera. Es un bosquecillo que crece a las afueras de una pequeña población, en su borde Sur un camino que lleva a una de las carreteras que llegan al pueblo, y en su borde Norte la falda de las montañas que le dan nombre a la zona. Justo pegando al camino, entre este y el bosquecillo, hay una casa blanca de dos plantas con un porche que la rodea entera y unas bonitas escaleras en la entrada. Las ventanas están pintadas de un tono verde claro a juego con el tejado. Hay un jardín con un manzano delante de la casa y una valla blanca algo envejecida que la rodea.
En el bosque Mulder corre. Esquiva los árboles, salta arbustos y piedras, sube cuestas y se agarra a los troncos para no perder el equilibrio. La respiración es fuerte y el sudor le cae por la cara, se para un segundo para coger aire, se agacha y se seca el sudor con el borde de su camiseta vieja y recortada. Mira hacia atrás, en guardia y al ver que está sólo sonríe. Se estira, coge aire y reinicia la carrera, rápido y entonces ve a alguien moverse por su izquierda y le hace reaccionar y temer lo peor por lo que aumenta la velocidad. Salta un pequeño arroyo y sube una cuesta, apartando con la mano unos arbustos para poder continuar, sabe que está cerca, detrás o casi a su altura y que si no se esfuerza le alcanzará. Al llegar arriba de una pequeña loma y mirar hacia abajo decide saltar en vez de dejarse resbalar por el pequeño barranco. Levanta los brazos en el aire para mantener el equilibrio y al caer consigue no hacerse daño doblando las piernas y poniendo las manos delante para evitar darse contra el suelo. Escucha un grito detrás, no se gira, sabe que el grito era debido a que está consiguiéndolo, tiene ventaja y la aprovecha en un llano ganando velocidad, luego hay que girar a la izquierda y agacharse para pasar bajo un árbol roto, pasa casi arrastrándose, rápido y no ve el saliente de una piedra justo delante de él al levantarse. Cae y rueda cuesta abajo, llenándose de barro, intenta levantarse rápidamente porque sabe que si no lo hace le alcanzará, el corazón le late a mil por hora, oye algo, se gira, aún de rodillas en el suelo y ve que se acerca, casi puede notar el subidón de adrenalina, el peligro, el cansancio, el dolor por la caída. Tiene que pensar algo, tiene que hacer algo, se acerca, está casi encima y le falta aire para seguir corriendo y le duelen las rodillas por haber rodado cuesta abajo, pero no consigue pensar nada. Maldita sea….. entonces le alcanza y él sonríe, piensa en su imagen de rodillas y lleno de barro y se echa a reír y ella llega hasta él y se echa a reír al verle así, pero no para, ve que está bien, que no ha sido nada y decide aprovechar esa ventaja. Le oye gritar detrás. Hay otra cuesta y la subida es entre rocas y árboles, Scully sube todo lo rápido que puede, apoyándose en las piedras, rodeando los árboles, sonriendo porque sabe que ya está cerca. Arriba hay una roca bastante grande con un círculo blanco pintado en el lateral derecho, es la señal que Mulder pintó para marcar el punto más alto de la zona, sobrepasa la roca y baja la cuesta que hay después, moviendo los brazos para no caerse, bajando de lado, gritando al ver que ya llega, corre todo lo rápido que puede el siguiente llano y le oye correr detrás, piensa que hoy le ganará otra vez y hace un último esfuerzo, llega a las escaleras blancas de la parte de atrás de la casa del tejado verde, pero justo en el último escalón le oye demasiado cerca y cierra los ojos, frenando en seco, intuyendo lo que él hará, porque Mulder aprovechó el último tramo para alcanzarla, sus piernas son más largas y no le costó, subió las escaleras de dos en dos, sonriendo y la vio frenar en seco y supo que lo hacía porque sabía lo que él haría. La agarra por detrás, sin aliento, con el corazón apunto de salírsele del pecho, riéndose como un niño, dejándose caer hacia delante, sin soltarla, para quedarse tumbados y abrazados en la puerta de su casa, en el porche lleno de macetas y flores y Scully se gira para besarle, riendo, sin aliento también, abrazándole con piernas y brazos, diciéndole entrecortadamente que ha ganado ella, que hoy ha ganado otra vez, que su caída de hoy ha sido la más graciosa de toda la semana y que puesto que ha vuelto a ganar, los platos los friega él y puesto que la caída le ha debido de doler (le besa, riendo, sudando, abrazándole en el suelo) esta vez ella hará el desayuno “¿Tostadas con Té?” (le vuelve a besar), “Sí, por favor” (poniendo cara de dolorido mientras ella le besa repetidas veces en los labios, la cara, la frente) “Mañana ganaré yo”, la dice entre besos “Mañana ganaré yo”.

sábado, 22 de diciembre de 2007

COCHE.

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Estupendo, había atasco o lo que fuera, los coches estaban totalmente parados y delante de ella sólo se veían luces rojas de los intermitentes. No se lo podía creer. ¿Parados? Miró por el retrovisor y allí se miraron, serios, largamente. De repente la vino a la memoria la imagen de él cogiendo a la niña en brazos en aquel centro de menores. Emily tenía fiebre y él no se lo pensó ni pidió permiso. Simplemente se agachó para coger a la niña. La cogió y la puso un brazo en la espalda para sujetarla, con su barbilla sobre el hombro de la niña, su mano en su cuello y el corazón de Scully reventando al verlo, al verla y al saber que algo iba mal. Mulder sólo preguntó dónde estaba el coche, luego abrió la puerta de atrás y se metió dentro con la niña, aún en sus brazos. Scully se sentó delante y miró por el retrovisor. Se miraron, serios, preocupados. Metió la llave en el contacto y le miró otra vez por el espejo. Esta vez él no la miraba a ella, le estaba quitando un mechón de pelo y las gotas de sudor de la cara a la niña. Entonces fue cuándo Scully comenzó a ver las cosas borrosas por culpa de las lágrimas. Arrancó y respiró hondo para calmarse y poder conducir.
Ahora estaba parada, llorando de nuevo, mirándole a través del espejo.
Alguien debía de estar impacientándose y empezó a tocar el claxon. Scully miró hacia delante. Absorta. Sujetando el volante con ambas manos. Llorando. Intentando diferenciar sentimientos, separarlos lo suficiente como para poder racionalizarlos un poco y así poder volver a respirar. Siente algo en su hombro derecho. Mulder ha estirado la mano para tocarla. Se miran por el espejo nuevamente. Puede verlo y comprenderlo todo en sus ojos, ahora con sus ojos y su mano en su hombro puede volver a pensar. Respira. Asiente para que él sepa que está bien, que lo sabe, que hay que hacer algo. Vuelve a mirar al frente, mira por los espejos y decide.
Consigue salir dando marcha atrás y continúan. No va rápido, prefiere la prudencia, como todo en su vida. De vez en cuando vuelve a mirarle y le ve ahí, serio y sereno, apretando la mandíbula, aguantando, dándola fuerzas con esa intensidad tan suya. Para cuando llegan al hospital Scully está tan agotada por la tensión que nada más aparcar tiene que salir del coche para poder respirar. Emily, la fiebre, su miedo a la muerte, ese bulto en su nuca, Mulder cogiéndola sin pensárselo, Mulder con la niña en la parte de atrás del coche y Mulder mirándola.

De cómo acabaron en aquél camino y de lo qué ocurrió después.

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Torció la cabeza y levantó la mirada cuando él se acercó, llevaba su traje oscuro, su camisa azul y su gabardina. La sala de autopsias estaba llena de gente, todos ellos relacionados con el caso. Había Agentes del FBI, superiores, médicos, enfermeras y los policías que habían descubierto el cadáver.
Ella se estaba poniendo los guantes cuándo se hizo un silencio en la sala y supo, quizá más por costumbre que por instinto, que era él quién había entrado. Se giró y le vio acercarse sin quitarle los ojos de encima. Él, a su vez, se acercó directamente a ella, echando primero un rápido vistazo a la sala para tomar nota de quién había. Les miró y les ignoró yendo directamente hacia el fondo de la sala, dónde estaba ella. La dijo algo al oído, ella movió la cabeza para escucharle sin dejar de mirar al frente, él esperó su respuesta. Ella levantó la vista y le miró, seria, sombría, asintió, seguía preocupada y él resistió las ganas de besarla o tocarla. Respiró hondo, sentía la mirada de toda esa gente pendiente de ellos. Ella le seguía mirando sombría y Mulder se despidió con una sonrisa antes de girarse y marcharse. Ella no le sonrió, estaba preocupada y era su manera de decírselo. El resto del mundo podía verles hablar o mirarse pero no podía ver lo que pensaban, eso les dejaba un gran margen dónde jugar y esconderse.
Al día siguiente tuvieron que desplazarse a otro pueblo cercano. La investigación continuaba. Llovía. Conducía ella y él leía informes y bromeaba. Quería que ella dejara de estar preocupada y medio cabreada con él por haberlo vuelto a hacer, por haber vuelto a desaparecer durante casi un día entero sin avisarla. Siguiendo una pista con aquel granjero en mitad del bosque. Ella no le dijo nada, sólo tuvo que ver su cara cuándo apareció empapado, veinte horas después, sin nada que ofrecer, ningún avance, la pista era falsa. Mulder agachó la cabeza y apretó la mandíbula, luego levantó la mirada para verla de nuevo los ojos. La sonrió tristemente y la vio tan dolida que le dieron ganas de abrazarla y decirla que no pasaba nada, que estaba bien, que lo sentía y que no volvería a hacerlo, pero sabía que lo volvería a hacer, era su naturaleza y era horrible pero no era algo que pudiera cambiar tan fácilmente. Durante el día siguiente ella se siguió mostrando así con él. Si en vez de mostrarse tan preocupada y asustada, se hubiera mostrado cabreada, la solución habría sido más fácil: siempre conseguía hacer que se la pasara el enfado haciéndola sonreír. Ahora la hacía sonreír aún a sabiendas de que eso no lo iba a solucionar. "Esta vez no, así no".
Sonó un trueno tan fuerte que les hizo a los dos abrir la boca por la sorpresa y comenzó a llover tanto que Scully tuvo que reducir la velocidad porque casi no veían nada a través del cristal. Luego la tormenta pareció calmarse algo y dejó de tronar. Los parabrisas a modo de música, monótona, haciéndoles sentirse en mitad de algún otro momento ya vivido antes. La carretera, la lluvia, sus vidas. El tiempo pasaba y la lluvia no cesaba, el parabrisas, el ruido del motor. Él no había vuelto a decir nada y los dos sabían lo que estaba pensando el otro. Las gotas corrían por las ventanas como pequeños arroyos. Pasaron por encima de un puente, era grande y escucharon el sonido del agua de río al pasar, las montañas rodeadas de niebla. Luego la carretera atravesaba un bosque, la lluvia pasó a ser llovizna. Él la miró y le pareció el momento adecuado para decirla todas esas cosas que le quemaban por dentro. No se atrevía, no le parecía que eso la fuera a gustar a ella. "No, no metas la para otra vez". Ella sentía los ojos de él. Miraba a la carretera y le sentía mirarla. Sabía exactamente cómo la estaría mirando sin verle, eso la estremecía y la dieron ganas de echarse a llorar. "¿Cómo podemos conocernos tanto?" se decía y entonces le recordó, vio la imagen de él cuándo la devolvió su cruz de oro en aquel hospital, el corazón lleno, emocionada, al ver su cara, él había llevado su cruz durante todo el tiempo que ella estuvo desaparecida. Esa imagen y esa sensación se mezclan con el recuerdo de su cara, al aparecer veinte malditas horas después, mirándola, sin decirla nada, hubiera sobrado cualquier tipo de explicación y él lo sabía. Le hubiera abofeteado o gritado para hacerle saber de qué modo la había preocupado pero no hacía falta tampoco. Lo sabía. "Nos conocemos".
Siente como si la estuvieran apretando el corazón, la duele. Dios, la duele tanto que necesita alejarse aunque sea un par de malditos metros de él para continuar respirando así que gira el volante y se mete por un camino de arena a su izquierda, entre los árboles. Él no dice nada, sólo se sujeta poniendo las manos en el salpicadero. Continua por el camino hasta encontrar un llano dónde poder dar luego la vuelta. Frena y deja el coche en punto muerto, los parabrisas siguen moviéndose. Los dos se quedan callados. Ella mirando al frente y él mirándola a ella, esperando a ver qué quiere, qué pretende. Ella pone el freno de mano y sale del coche dejando la puerta abierta y él pestañea, apretando la mandíbula, preocupado por si le manda a paseo de una vez por todas y excitado ante una inminente discusión con ella, con sus ojos y sus labios frente a él.
Scully da unos pasos, sigue lloviznando y se tapa la cara con las manos. No sabe si gritar ahora o salir corriendo o volver al coche y abrazarle. Sabe que le habrá dejado asombrado por su comportamiento y que no la ha dicho nada porque teme meter más la pata, que quizá no sepa qué hacer. Nota cómo se la está mojando el pelo, escucha la lluvia contra el suelo, el motor del coche y el olor a tierra mojada. Nota el bosque alrededor y piensa dónde diablos pueden estar, quiere gritarle todo cuándo podría decirle y que sabe que no le dirá nunca y eso la ahoga y entonces lo siente, claramente, lo sabe y la sensación es tan fuerte que el deseo de rendirse por fin la vence. Sabe qué él está detrás de ella, esperando a que se gire y le mire. La ternura la mueve despacio. Lentamente se quita las manos de la cara, mira el paisaje durante unos segundos, memorizando el momento, luego se gira y le mira y puede sentir su tristeza y sabe que no podría evitarlo así que se rinde y le abraza y se echa a llorar. Él la abraza a su vez y la acaricia y respira hondo.
La lluvia cae y los parabrisas siguen moviéndose. Han seguido abrazados hasta que ella ha dejado de llorar, luego él la ha secado la cara con sus manos y ella le ha sonreído y él contento por verla sonreírle de nuevo ha soltado una carcajada que ha roto el silencio. Ella recuerda por qué estaba preocupada. Porque le quiere. Y da un paso hacia atrás y le mira. Y coge aire y se va a girar para no verle cuándo nota que él se vuelve a acercar y entonces le mira y le frena con un "No" y un "Joder" casi gritando, negando con la cabeza. Él frena, la mira, ahora si que está realmente preocupado. No sabe qué puede querer decir con ese No y solo acierta a decirla "Scully" esperando a que ella le diga algo más, pero ella está callada, mirándole. Saben que es un momento muy importante en sus vidas, determinante, saben que todo va a cambiar pero temen que sea en otra dirección, ahora podrían estropearlo todo. Ella sabe lo que quiere, lo sabe tan bien y desde hace tanto tiempo que decide no retrasarlo más y comienza a acercarse a él sin dejar de mirarle, tan seria que no deja lugar a dudas. Él lo entiende, sabe lo que va a suceder y abre los brazos para recibirla. Ella le toca con las dos manos y él la atrae hacia sí agarrándola de la nuca, cerrando los ojos y la besa bajo la lluvia. Sus chaquetas empapadas, no importa nada que no sean ellos dos y ese beso, no hay lugar para nada que no sean ellos, agarrándose fuertemente, el uno contra el otro. Olvidándolo todo, el mundo se detiene y quizá ese beso haya durado horas o minutos, no importa. Vuelven al coche sin decirse nada. Entran, cierran las puertas y se quedan callados, mirando al frente, la lluvia y el parabrisas marcando el tiempo. Se vuelven para mirarse y asegurarse de lo que les parece que acaba de pasar ha pasado realmente y se ponen en marcha. Confianza. Ella maniobra para dar la vuelta y regresar a la carretera. Todo está en calma pero entonces siente que este es el momento, que el momento es ahora y vuelve a poner el punto muerto y echa el freno de mano y coloca las manos en el volante apretando fuerte, cogiendo fuerzas. El parabrisas, la lluvia, los árboles, sus labios, su lengua, sus ojos verdes y su mirada triste en su cabeza y su corazón latiendo fuerte en su pecho "Yo....yo también.... te quiero" le dice sin mirarle. No sabe qué hacer entonces, no sabe cómo reaccionar ni cómo continuar. "¿Y ahora qué?" se dice a sí misma y con valor le mira y su cara es tan inexpresiva que se da cuenta de qué seguro qué estará pensando que si la ha oído mal y eso la parece tan gracioso, que se echa a reír, dejándole más perplejo aún. "Vaya dos" piensa y opta por volver a salir del coche y espera que él haga lo mismo mirando la puerta, con las manos en las caderas. Él tarda en salir, la mira desde el otro lado, la mira y sonríe, pensando que debe de estar bromeando o algo, no sabiendo porqué se ha echado a reír después de decirle lo que le ha dicho y no entendiendo el chiste rodea el coche acercándose a ella decidido a preguntarla que si está bien pero cuándo se planta en frente suyo y se dispone a hablar la vuelve a besar. "Creo que nos va a costar no hacerlo a todas horas a partir de ahora Scully" piensa. Ahora están los dos tomando conciencia de más detalles. Ella alzándose algo y él alzándola a su vez, la fuerza e intensidad del beso y sus lenguas, dulces, abriendo los ojos para mirarse, sintiendo el pelo mojado al acariciarse nucas y cuello. Mirarse a los ojos, pasando los dedos por el contorno de sus labios.
Luego, años después, los dos lo recordarían como algo impulsivo y tierno, recordarían la lluvia, mojarse rodeados de árboles con el coche en marcha, besarse con el corazón desbocado y lágrimas en los ojos. Recordarían dar ese paso sin saber claramente cómo habían llegado hasta allí o qué les impulsó definitivamente a enfrentarse con sus sentimientos, saltar ese abismo. "¿Cómo ocurrió Scully? Diablos, siempre pensé que nos besaríamos gritándonos en mitad de alguna estúpida discusión" la dijo un tiempo después. Recordarían también pasar el resto de camino algo cohibidos, sin saber cómo actuar, los dos bastante perdidos ante esa nueva vida. Decidiendo pedir que les llevaran la cena a la habitación. Cenar nerviosos y emocionados, sentados en la cama, con el pelo aún mojado, hablando de cualquier cosa sin importancia, sonriendo sus ojos, bebiendo directamente de la botella de vino por falta de copas, besarse por encima de los platos, con las manos sobre la colcha, aprendiendo esa nueva intimidad, disfrutándola, desvistiéndose poco a poco de rodillas en la cama con la habitación en penumbras. "Está pasando, no me lo puedo creer. Está pasando" pensaban mientras se desabrochan los botones de las camisas, mientras se besan y se miran y se acarician. Ella se deja tumbar y él sobre ella. La cena tirada por el suelo, la almohada, las sábanas, su pelo, susurros al oído, gemidos. Se quieren, se desean, están enamorados.

MASCOTAS.

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Estupendo. Sí, estupendo. Se había quedado dormido. Vestidito y en la cama de su habitación. Él, el que nunca duerme, se había quedado totalmente inconsciente en cuestión de diez minutos, los diez minutos que había tardado ella en darse una merecida ducha, que no un baño, después de haber pasado todo el maldito día y parte de la noche anterior, trabajando en ese ridículo caso.
Llegaron al Motel de muy buen humor (a pesar del cansancio y sus respectivas y habituales opiniones contradictorias sobre el caso) debido a que durante el trayecto al Motel habían estado recordando viejos tiempos (viejos y buenos tiempos) y eso les había hecho olvidar por un momento el día que llevaban. Uno de los hombres del Sheriff asignado para ayudarles les había estado hablando de “Pesca” durante todo el día y ya de vuelta, en el coche, pasaron de comentar las aficiones de su ayudante con las cañas y los peces a hablar de las “Mascotas” de Mulder y sus “extrañas” muertes por ¿¿ahogamiento?? ”Seguro que sus branquias estaban llenas de agua Mulder, pero de ahí a darlo como probable causa de muerte….. “. Eso les había hecho reír durante un buen rato. "Resulta gracioso que a todos los peces naranjas les llames Molly, Mulder. Lo normal es cambiar de nombre si muere el anterior", "Mueren tan a menudo que decidí no complicarme" la contestó con media sonrisa mirando al frente mientras conducía. Luego pasaron a bromear acerca del fallecido Queequeg y el parecido de su color de pelo con el color de pelo de Scully “Dicen que los perros se parecen a sus dueños Scully… ¿o tal vez sea al revés? me pregunto cómo sería su anterior dueña antes de tener el pelo cano y la mente perdida”. Reían y bromeaban. “No me veo como propietario y amo de un perro Scully y no lo digo sólo por todas las cosas que podrían ocurrirle al pobre animal si se mezcla conmigo y mi círculo de amigos o enemigos. No, prefiero mascotas que mueran sin crearme cargo de conciencia".
Scully, con las manos en las caderas y las cejas levantadas decidió dejarle dormir. A fin de cuentas, le cuesta dormir, así que ¿Porqué despertarle? Se puso el pijama, apagó la luz, atravesó la puerta de comunicación y se puso la televisión en la habitación de Mulder. Bajó el volumen y se sentó en el suelo, delante de la cama, con las piernas cruzadas y un sándwich. Pensaba en la conversación del coche, pensaba en el pobre Queequeg y recordó un día soleado de hacía unos años, en que había sacado a pasear a Queequeg al parque, con la correa en la mano, cubriendo sus ojos con la mano para que no la hiciera daño el Sol del medio día. Con su traje de chaqueta azul y sus tacones, viéndose a sí misma fuera de lugar. Solía llevarse algún libro y se sentaba en algún rincón apartado mientras Queequeg correteaba a su alrededor, ladrando a todo el que se acercara, con esa carita tan alegre y esos gestos nerviosos. Pero había días en que iba con el tiempo justo y según llegaba a casa, cogía la correa y salía directamente al parque con el perro y así estaba ella aquel día, con prisas, con la cabeza en otro lado.
Trabajo y Mulder que era lo mismo, la mayor parte del tiempo ni si quiera lograba diferenciar el concepto “Mulder” de todo lo demás, del resto de su vida. Iba todo enlazado, mezclado. Mezclada su vida, su trabajo, su familia y él. Él resaltando, él, tan intenso.
Recordaba a Queequeg aquel día, a su lado, ladrando, dando saltitos, mirándola suplicante y ella pensando en que a Mulder no le agradaba el perro por el sencillo hecho de que el perro se interponía en su egoísta forma de tratarla y exigirla tiempo y vida. Se fue a sentar a un banco, al Sol y estuvo ahí sentada mirando a la gente pasar, intentando no pensar en nada, pero era inevitable. Sentada en un parque, un precioso día, deseando regresar al trabajo. Justo al revés de lo que habría deseado la gente normal. Pensando en que habían estado toda la mañana rellenando papeles en la oficina y hubo un momento a mitad de la mañana en que se le habría comido a besos, no por nada especial, ni fuera de lo normal, era esa sencilla manera en que a veces sonreía, tan tierno.
Scully, sentada en el suelo de aquel Motel se recordaba en aquel banco, nerviosa porque él tardaba en llamarla. Sonrió y se acabó el Sándwich. Cambió de canal. Aquel día ya iba a llamarle ella cuando sonó el teléfono. Qué dónde estaba la preguntó y sin más la dijo que iba para allá. Colgó y media hora después le vio acercarse por el camino del parque, guiñando los ojos porque le hacía daño el Sol, con su traje y su corbata. Sin decirla nada se dejó caer en el banco. Echó la cabeza hacia atrás y extendió brazos y piernas a ambos lados. Medio tumbado, con los ojos cerrados, parecía estar cansadísimo y Scully, después de mirarle durante unos segundos, con cara de resignación, siguió mirando a la gente pasar. Mulder abrió los ojos y la sonrió. Volvió a cerrarlos y después de unos segundos volvió a abrirlos, se incorporó y sentado, con las manos unidas y los ojos a medio abrir por el Sol la dijo "No hace mucho que teníamos que vernos a escondidas en este parque por la noche". Ella se maldijo por derretirse por dentro al pensar "Es un romántico... mierda, lo es" pero le contestó aparentando indiferencia "A este paso acabaremos haciéndolo de nuevo". Él se limitó a sonreírla. Pasaron el rato callados, mirando a la gente pasar y a Queequeg corretear y luego se fueron juntos, paseando.
Aquel fue un día tranquilo y extrañamente íntimo y ahora Scully lo recueda con mucho cariño. Piensa en Mulder durmiendo vestido en su cama en la habitación de al lado, piensa en lo importante que es para ella, en lo importante que era entonces, en lo importante que fue siempre. ¿Qué más da que sus vidas tengan que llevar ese camino? No la importa mientras sigan juntos, sea como sea y si hace falta, se verán a escondidas. Sonríe al pensarlo, sentada casi a oscuras en el suelo frente al televisor…..Y entonces siente una presencia en la habitación, levanta la vista y le ve mirándola extrañado. Ella se gira a mirar al televisor "No quise despertarte". "¿Alien?" la pregunta medio dormido, con la voz algo ronca. Ella pestañea y mira a la pantalla, ni si quiera se había fijado en la película que estaban echando. Encoge los hombros y le dice "¿Quieres terminar de verla conmigo?" y él lo piensa un par de segundos, se acerca a la mesilla, coge una bolsa de pipas y se sienta a su lado quitándola el mando a distancia para subir el volumen. “¿Sabes Scully? - dice al rato sin dejar de mirar el televisor -Tener un bicho como ese de mascota me libraría de la mayoría de mis problemas”. Ella le mira sonriendo “Claro Mulder, así dejarían de llamarte Siniestro”.

CELOS.

Todos los derechos son de la 1013 y la Fox y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y porque me gusta.....


Salió por la puerta dejándoles a todos con la boca abierta. Cabreada. Mulder retuvo la imagen de su pelo balanceándose sobre sus hombros, de sus ojos al mirarle justo antes de girarse para marcharse y de su manera de andar, pasos cortos, firmes y seguros, el sonido de los tacones al alejarse por el pasillo. Siguió mirando la puerta ya cerrada después de que ella saliera. Los otros tres hombres que había en la sala se dieron la vuelta para hablar entre ellos, pero Mulder seguía mirando la puerta, reteniendo la imagen y esa sensación que le quitaba el aire. Culpabilidad y deseo. Les oía hablar de ella, pero no quería formar parte de esa conversación. Comentarios masculinos sobre una mujer que acababa de echarles un buen y muy justificado rapapolvo a todos. Miraba la puerta y pensaba en sus ojos.
Cerró los suyos y se tapó la cara con las manos, estiró la cabeza hacia atrás, respirando hondo, estirando la piel de su cara con sus manos, intentando volver de allí dónde estuviera. Scully, sus ojos, su propia metedura de pata y la sensación de debilidad que le producía haberla cabreado, junto con esa sensación tan fuerte de orgullo al verla hablar como acababa de hacerlo, verla siendo tan jodidamente inteligente y tan inalcanzable. Tragó saliva en un vano intento de llenar ese vacío que tenía en el estómago y volvió a mirar a la puerta. El cabreo al oírles le ayudó a centrarse. Se giró hacia ellos, tosió y esperó. Ellos le miraron, aún riendo.
-Me encantaría que fuera así de dura y firme conmigo en algún sitio más cómodo e íntimo….- Dijo un de ellos mientras le daba con el codo al que tenía al lado. Todos rieron. Mulder esbozó una sonrisa haciendo un esfuerzo titánico para controlarse.
-¿Agente?- Mulder sonó muy serio. Le miraba fijamente. Apretando la mandíbula y los puños.
-¿Si?- Aún reía, pero dejó de hacerlo al ver cómo le miraba Mulder, al cuál no le hizo falta decir más. La mirada y el gesto lo decían todo. Todos callaron y dejaron de reír.
-Lo siento- Dijo el Agente tras unos segundos- Yo… ejem… yo…. no hablaba en serio... ya sabe....
-No se hunda más en la mierda atreviéndose a justificar lo que están haciendo Agente- Mulder seguía apretando la mandíbula.
Todos miraron al suelo y comenzaron a moverse para salir de la sala. Mulder no se movió, se quedó ahí quieto y de pié, mirando al vacío.
Cuándo el último salió y se giró para mirarle le vio mirar al suelo y le oyó decir en voz baja “Joder” y pensó que Mulder debería tener un mal día. Pero cuándo el último salió y se giró para mirarle, Mulder, en realidad, estaba tratando de averiguar si lo que sentía era más producto del cabreo por oírles decir algo semejante de ella, el cabreo por haber cometido un error o unos simples y mezquinos celos. Joder! Acababa de demostrarla que era un gilipollas metepatas y la había cabreado. Ella siempre estaría a mil kilómetros de distancia por delante de él. Joder! Era tan preciosa que le dejaba (tantas puñeteras veces) sin habla.... Sintió celos de esos Agentes de pacotilla por haber recibido semejante regañina por parte de ella, no se merecían esa muestra de consideración, no quería compartir esa mirada con nadie.
Al salir por la puerta para marcharse seguía mirando el suelo.. Era tan impresionante, inteligente y buena en todo lo que hacía que no lograba asimilar el hecho de que fuera capaz de quererle como le quería.

COMPLICARSE

Todos los derechos son de la 1013 y la Fox y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y porque me gusta.....

Era casi de noche. La luz entraba débilmente por la ventana del salón dejándole en una semioscuridad con todo el peso del mundo sobre sus hombros. Sentado en su sofá. Mirando a la pared desde hacía horas, dejando que llegue la oscuridad y le alcance y le envuelva, porque no hay muchas ganas de luchar hoy, hoy no nadaría para salir a flote, hoy no.
Se ha desanudado a medias la corbata y se ha desbrochado un par de botones de la camisa. Ni si quiera se quitó los zapatos, solo se sentó ahí y aflojó su corbata y camisa para poder respirar porque sentía que se ahogaba. Si fuera uno de esos momentos realmente malos en su vida o en su carrera entonces lo entendería al menos y sabría cómo hacerle frente como ha hecho siempre, pero esta vez no tiene ni remota idea de qué hacer porque no sabe qué le pasa con exactitud. Sabe cuál es la causa, claro, pero no conoce realmente los motivos. Es sólo un día cualquiera de su vida, sin más sobresaltos, sin más papeleos o sentimientos de culpa. Ni tan si quiera es uno de esos día en los que se siente como un payaso enfundado en su traje de corbata.
Es un día normal.
Mira a la ventana y a través de la persiana ve ya luces en la calle. Piensa que no ha cenado pero la verdad es que no tiene hambre. Es tarde. Debe serlo. Un destello de luz en su imaginación viéndola. Imaginando lo que estaría ella haciendo en ese momento. Se da cuenta de qué cuándo piensa en ella siempre lo ve todo lleno de luz. Ahora ella estará sentada en su sofá con alguna película o programa estúpido que den en la televisión como sonido de fondo, pero repasando o estudiando algo, con la mesa llena de documentación y el portátil encendido. Con las gafas puestas. Concentrada.
Sonríe al saber lo que significa el que a ella siempre la vea rodeada de luz y que él mismo siempre se imagine rodeado de sombras. Se tapa la cara con las manos y decide que ya es hora de irse a dormir. Se va terminando de desabrochar la camisa y la corbata mientras entra en su habitación, se desabrocha el cinturón y se quita los pantalones y se tira boca a bajo en la cama desecha sin ponerse pijama alguno. Estira la mano para apagar la luz de la mesilla y suspira ante la ironía de sentirse tan solo en estos momentos cuando siempre pensó que su destino sería estarlo y ya creía que era un hecho y ya lo había aceptado y casi podría decirse que lo había elegido con el rumbo que decidió darle a su vida y las decisiones que tomó y todo cuanto hizo por labrarse esa jodida reputación de pirado que tanto le pesaba en el fondo y que se había convertido en su carta de presentación ante cualquier persona, fuera o no del FBI, porque era como un papel que tenía que representar, aunque él en realidad se pareciera bastante a ese papel, por que a veces tenía ganas de gritar y mandarles a todos al maldito infierno por hacerle sentirse así, cuando en realidad él era muchas más cosas, cuando en realidad, él quería y necesitaba muchas más cosas en su vida de las que le daban y de las que le permitían tener.
Se giró para poder respirar porque eso de morir asfixiado en su propia almohada no era la idea que siempre tuvo y miró su habitación iluminada también por la luz que entraba de la calle. ¿Cuántos años hacía que vivía ahí? ¿Cuántas cosas le habían ocurrido en casa? Le vino a la cabeza la imagen de ella una noche, a oscuras como hoy, cogiéndole de la mano, preocupada, tocándole el dedo roto de su mano, dispuesta a pasar también por eso con él y por él. Diablos, cada vez estaba más seguro de que le seguiría a cualquier lado, pero no estaba seguro de que eso fuera a durar siempre y el problema era que su vida era un torbellino de problemas del que no podía escapar y en el que la había metido a ella casi desde el primer día, egoístamente, porque estaba claro quién tiraba de quién en los problemas y quién tiraba de quién en todo lo demás. Ella era su balsa y él un pirado que a cada ocasión no dudaba y se lanzaba al mar sin salvavidas, sin importarle lo que pudiera pasarle porque esa decisión la tomó hacía años y ahora era parte de su vida y lo necesitaba como necesitaba que ella estuviera ahí para regañarle, para rescatarle y echarle una de esas miradas mezcla de preocupación, cabreo y resignación que había visto en ella durante años y que cada vez le resultaban más turbadoras porque hacían que todo eso que le bullía dentro cuando la tenía cerca, explosionara, teniendo que apretar la mandíbula y poner un par de metros de distancia entre eso que tenía en el estómago y ella antes de que perdiera el control y pudiera decir o hacer algo de lo que se pudiera arrepentir durante el resto de su patética vida, porque sabía que debía ser cuidadoso, que cuándo ocurriera, sería cuándo debía ocurrir y no quería meter la mata precipitándolo o arriesgándose en un momento inadecuado cuando no tenía ni la más ligera idea de cuándo o cómo podría ocurrirles lo que tenía que ocurrirles, ni si ella estaba segura o preparada o si se acercaba a lo que él sentía, lo que quiera que fuera lo que ella pudiera sentir, porque todo era tan complicado entre ellos que las dudas eran el pan de cada día y la costumbre se había hecho tan fuerte y tan necesaria en sus vidas que cambiar las cosas sería uno de los actos más difíciles por llevar a cabo y no tenía ni idea de cómo podrían realizar y construir algo semejante.
Y así, sin dormir, cómo no, tirado en la cama, dándole vueltas a lo de siempre y a lo que pocas veces tenía fuerzas para enfrentarse o razonar, porque no era algo que quisiera pasarse el día pensando conscientemente ya que era lo que en realidad le ocupaba la cabeza la mayor parte del día y se exigía no pensar, ni divagar sobre ello, seriamente, por miedo, razonado, y con el conocimiento de que si lo hacía, si lo pensaba y razonaba sobre ello, como estaba haciendo ahora, más veces de las necesarias, se volvería loco o acabaría por perder el poco control que tenía sobre una situación tan compleja como era su relación con su compañera y amiga y lo mísera de su vida y las consecuencias que en la vida de ella había tenido el conocerle y seguirle como lo hacía. Noble y fielmente como no imaginó que nadie pudiera hacer nunca por nadie. Era tan abrumador lo que él sabía que ella hacía y daba por él que el peso de esa responsabilidad le aplastaba en esa cama del cuarto piso. Le llevaba aplastando durante todo el día, en ese día tan tranquilo y normal en el que ese monstruo que tenía por conciencia le atacaba sin tregua, sabiendo dónde apuntar y de manera tan contundente que le dejaba exhausto. Fue creciendo durante todo el día hasta llegar a hacerle huir de su lado cobardemente, agachando la cabeza por los pasillos del Hoover, como si la vergüenza y la responsabilidad se pudieran ver en su cara, porque en esos momentos estaba seguro de que el resto de sus compañeros pensaban igual que él y se metía en el ascensor mirando al techo y se montaba en su coche sin poner si quiera la radio, temiendo en su locura, que algún locutor pudiera también culparle.
Sabía que la mejor manera de liberar toda esa carga era hablarlo con ella pero intimar era algo tan complicado, tan imposible en su relación perfecta de perfecta amistad y dependencia enfermiza que el solo hecho de pensar en esa posibilidad de hablarlo o mencionarlo hacía que se le acelerara el corazón.
Se echó a reír en la soledad de su apartamento, en la oscuridad de su casa. Era rematadamente gracioso imaginarse a sí mismo mencionándola su sentimiento de responsabilidad, sincerándose con esa cara de triste imbécil que imaginaba poner, intentando parecer serio pero sintiéndose débil frente a ella. No. Había cosas que sabía que si que podría decirla, incluso las más importantes. Las que le dolería decir, las que siempre quiso decirla y las que ya la había dicho, pero sabía que había otras cosas que eran solo asunto suyo, que formaban parte de su mundo interior de complicaciones y a las que no se permitiría dejar asomar para que ella las viera porque sabía que eso la afectaría y no quería hacerla sentirse mal por algo que era solo problema suyo, algo que tendría que solucionar consigo mismo. Aclararlo y aclararse porque ella siempre le dejó claro que había elegido ese camino por que quiso. Era su decisión, suya y nada de lo que él pudiera decirla, ningún argumento para convencerla, podría hacerla cambiar de parecer y dejarlo, alejarse y seguir viva, a salvo, sin tener que escuchar sus imaginativas soluciones a muertes extrañas, sin tener que seguirle al fin del mundo a sacar su culo de una prisión o a sacarle vivo del hielo.
Acabó por quedarse dormido. Quizá la última imagen que pasó por su cabeza antes de quedar inconsciente fueran los labios de ella o sus manos mientras repasaba algún informe, sentada, sin darse cuenta de que él llevaba todo el día sin quitarla el ojo de encima, vigilando cada movimiento, cada parpadeo, cada mirada o palabra que saliera de ella dirigida o no hacía él, en ese largo día cargado de inquietudes y complicaciones, que había resultado agotador y ligeramente productivo en esa cabecita suya que sin saberlo era lo más preciado en la vida de ella, fruto de inspiración y gozo, de quebraderos de cabeza y constantes cabreos, que le hacían ser tan irresistible intelectualmente que sabía que fue desde el principio, nada más conocerle, cuando supo que ya había encontrado su camino y que daba igual lo que él fuera o lo que él quisiera en su vida, porque ella le seguiría allá dónde se le ocurriera ir, pasara lo que pasara, poniéndole pegas en todo lo que pudiera y haciéndole poner los pies en el suelo, íntegro y honrado, ayudándole en su búsqueda de lo imposible, ignorando lo arrebatadoramente atractiva que era su ternura y su pasión, haciendo casi suya su fe, compartiendo su locura y su vitalidad, entregándole su vida, feliz por conocerle y estar a su lado, con muchos motivos para seguirle y todos importantes y justificados, pero guardándose el más significativo para ella, porque cómo podría si quiera definir lo que sentía por él, siendo lo más complicado, profundo y sólido que hubiera imaginado nunca tener.
Y así ella, en cambio, se durmió rápidamente. Disfrutando de los últimos momentos de ese tranquilo día en que nada había ocurrido. Pensando tal vez en él, en lo callado que había estado, en lo que había disfrutado de esa tranquilidad junto a él en ese sótano lleno de papeles y letras que definían y dirigían sus vidas más allá de lo que ellos pudieran imaginar. Su traje de chaqueta, sus dedos en la mesa haciendo sonidos mientras ella le miraba de reojo, satisfecha de verle relajado, extrañada de verle algo alicaído, dando como causa la falta de acción en un día de letras y números, de fotografías y teclados. Hablando de cualquier fusilería mientras almorzaban entre esas paredes que les habían visto sonreírse y discutir durante tantos años. Saliendo para tomarse un café en el la cafetería de tres calles más allá, dónde no iban sus compañeros, dónde nadie sabía de sus vidas. Anónimos rodeados de ciudadanos anónimos, saludando a la camarera de todos los días que no sabía sus nombres, con unos kilos de más, siempre atareada, moviéndose ágilmente por entre las sillas y mesas, mientras les servía y sonreía mecánicamente, sin verles, mientras ellos miraban por la ventana jugueteando con el azúcar o la cucharilla, cuidadosos de no rozar sus pies bajo la mesa, saboreando el café, frente a frente, mirándose con tanta familiaridad y confianza que parecía como si no quedara nada entre ellos que no supieran, cuando, en cambio, había una línea que no habían cruzado aún y que trataban por todos los medios de mantener ahí, frente a ellos, esperando a que el momento de cruzarla les alcanzara. Porque de eso ella estaba segura, de que los dos lo sabían y de que esperaban mirando el futuro sin miedo, porque ocurriera lo que ocurriera sabían que estaban esperándolo desde siempre y que sería lo que les definiría el resto de sus vidas, tal como les había definido hasta ahora ese vínculo indestructible que de cara al mundo y a ellos mismos llamaban “amistad”.
Al día siguiente ella, tal y como habían acordado la tarde anterior, fue a recogerle a su casa para ir al centro. Tenían que pasarse por el departamento de antropología de la Universidad del Estado para recoger unos estudios necesarios para cerrar uno de los casos en los que habían estado trabajando la semana pasada. Según aparcaba el coche en la acera de enfrente a su apartamento y miraba hacia arriba, a su ventana, recordó la manera tan extraña en que se había ido la tarde anterior. Se despidió sin más con un “Hasta mañana” cuando discutían a cerca de si los libros de Isaac Asimov debían ser o no de obligada lectura, porque él aseguraba que al igual se leía a Caperucita Roja, con un lobo comiéndose a la abuela y tratando de comerse a la protagonista que se pierde por un oscuro y peligroso bosque, debía leerse unos libros que hablaban de planetas lejanos con personajes que siempre utilizaban el cerebro para conseguir avanzar en momentos difíciles y que había libros mucho más significativos con mejores moralejas y de los que se podría aprender más y hacerte soñar que los escritos por Jane Austen o los puñeteros Hermanos Grimm.
Según ella cogió aire para darle una buena réplica, él pareció recordar algo y salió precipitadamente de la oficina, cogiendo la chaqueta de su silla y soltando un “Hasta mañana” , dejándola con la palabra en la boca y su réplica perdida para siempre al ver cómo se cerraba la puerta tras de él y escuchaba sus pasos a lo largo del pasillo directos y decididos a salir de allí a media tarde con las mesas llenas de papeles, desordenadas, con ella ahí plantada en medio del despacho, con las manos en las caderas y la boca aún abierta incrédula y a pesar de eso no menos acostumbrada a recibir tal descortesía por parte de él.

Ahora estaba subiendo en el ascensor, apoyada en la pared, con los brazos cruzados, su falda y chaqueta negras y su camisa blanca, con los labios rojos y la mirada cristalina, dispuesta una vez más a sufrir el tormento de verle aparecer tras de esa puerta, con esa mirada intensa y cálida y esa medio sonrisa de buenos días mientras se terminaba de anudar la corbata o ponerse la chaqueta, recogiendo la cartera y las llaves de la mesa, apagando las luces, preguntándola cualquier tontería mientras echa la llave a la puerta y la mira sonriente y la pone la mano en la espalda mientras andan por ese pasillo, mientras salen a la calle y él mira al cielo y frunce el ceño, porque le molesta el sol en sus ojos verdes y luego gastará alguna broma mientras buscan alguna emisora en la radio o mientras aguantan el atasco al entrar en la ciudad y pasarán las horas y pasará el día y llegará la hora de irse a casa y es entonces cuando ella decide decírselo primero “Ya es tarde” mirando el reloj y luego mirándole a él “¿No crees que ya es hora de dejarlo e irnos a casa?”, suplicante, poniendo morritos, bromeando y él la mira y sonríe abiertamente, sentado en su silla, frente a ella con un bolígrafo en la mano “Lo dices como si yo quisiera quedarme Agente Scully”, inclinándose sobre la mesa, acercándose a ella para esperar una buena contestación “Te recuerdo que eres tú el que está obsesionado con su trabajo Agente Mulder” y él carraspea mientras se echa hacia atrás en la silla para mirarla sonriente desde allí dispuesto a lanzar un órdago sin querer pensar el las consecuencias “Es lo único que tengo en la vida, Agente Scully: Tú y mi trabajo”, encantado de ver cómo reacciona ella al intentar seguir como si fuera una broma, dispuesta a jugar “Ahora entiendo porque pasas tu vida aquí” y él “Yo creí que era evidente” y ella sopesando hacia dónde podría llevarles la conversación decide virar porque algo está latiendo fuertemente entre su estómago y su corazón y teme que él alcance a oírlo y se levanta, parada frente a él sentado en la silla mirándola ahora ya serio desde allí “Agente Mulder. Voy a ir recogiendo” y comienza a recoger su mesa mientras él la mira y cuando ella le mira él decide hacer lo mismo y los dos recogen y cogen sus chaquetas y él coge las llaves de ella para cerrar la puerta y luego se las devuelve mientras caminan hacia el ascensor y aprieta el botón de bajada mientras la mira y sonríe y ella le mira levantando la cabeza directamente a los ojos, cómplice de todo, directo al corazón y cuándo las puertas se abren él sabe lo que tiene que decirla y se lo dice mientras aprieta el piso al que van “¿Qué te parece si cenamos hoy en mi casa?” y ella le mira serena como respuesta “Y te prometo que esta vez puedes elegir tú otra vez la película, eso sí, te ruego que tengas piedad y no me castigues con algo lacrimógeno porque llevamos un día demasiado tranquilo y puedo quedarme dormido y fastidiarte el resto de la noche y la película con mis ronquidos”. “La verdad es que no roncas mucho Mulder” le contesta mirándole con picardía. “Oh! Venga! Sólo pido algo de ciencia ficción Scully” y se abren las puertas y ella sale decidida al aparcamiento sacando las llaves del coche, haciéndolas sonar, sabiendo que él sabe que le hará caso, como siempre, y elegirá alguna película que les agrade a los dos al igual que él bajará a la pizzería de su barrio para comprarla esa pizza que tanto les gusta a ambos.
Y pasarán unos días y la rutina y la costumbre les harán olvidar que el tiempo vuela, pero todo cambia y siempre ocurren las cosas cuando menos las esperamos y cuando todo está en calma y es entonces, en estos días de tranquilidad y horas en la oficina, de lecturas y charlas cargadas de tecnicismos y bromas cuando todo va a dar ese giro que esperaban que ocurriera sin darle fecha, ni nombre y que como esos momentos grandes en la vida de todos en que no nos damos cuenta de lo que está ocurriéndonos hasta que lo tenemos encima, les pasó que, pensando que era otra semana más en sus vidas de las que ya habían pasado encerrados en esa oficina hartándose de papeleos, no se dieron cuenta de que llevaban toda la semana sin separarse nada más que para dormir, cosa común, pero con la diferencia de que esta vez, en este momento de sus vidas, se les había olvidado o quizá se habían acostumbrado en estos días a verlo como algo normal, algo que formara parte de esa rutina de “amistad”, cuando anteriormente había sido impensable franquear tal puerta y era que al acabar la película o la cena o el programa televisivo que estuvieran viendo, o incluso antes de acabar, la conversación normal acerca de su día o el atuendo de los actores de la película elegida ese día, pasaba a una conversación de esas llamadas “profundas”, tumbados en el sofá, mirándose mientras hablan de sus vidas, apretando más y añadiendo más lazos a esa red que ha ido uniendo la vida de uno con la del otro a lo largo de esos años. No se han dado cuenta que durante esa semana han hablado más que nunca. La intimidad que siempre quisieron mantener como mínima separación para salvar ese abismo que suponía pasar a una relación más profunda, quedó alcanzada y superada en esa semana y lo que comenzó como un mal día para él y un día tranquilo para ella, había pasado a ser el inicio de una semana que cambiaría sus vidas porque al final de semana cuando deberían despedirse hasta el lunes siguiente, a pesar de que siempre acababan viéndose o llamándose el fin de semana, los dos se sobresaltaron al ser conscientes de que en realidad esta vez no, esta vez no se iban a despedir hasta el lunes porque esta vez era distinto. Pero ambos se equivocaron debido a que la costumbre fue más fuerte que el impulso a dar el gran paso y aunque todo había cambiado, aún quedaba algo por franquear. Ella se quedó en blanco al quererle decir algo para no despedirse y él se quedó en blanco porque no sabía cómo decirla que se quedara y decirlo directamente le pareció eso, demasiado directo y casi se sonrojó al pensarlo e imaginar la reacción que podría tener ella ante tal salida, así que los dos optaron por no decirse nada, se miraron algo avergonzados y ella se dirigió a la puerta mientras él se levantaba y la acompañaba hasta el ascensor, descalzo y con las manos en los bolsillos, apretando los labios, con una medio sonrisa confusa en la boca sintiendo que esta vez han estado cerca y que quizá no volverían a estarlo en mucho tiempo y sabe que se arrepentirá pero también sabe que mejor arrepentirse a cagarla y puesto que ella se ha levantado dispuesta a irse es porque es lo que pensaba hacer. Así que ella entra en el ascensor y se despide con un gesto de la mano, dejándole a él en el pasillo, con las manos en los bolsillos y esa carita tan tierna que ella está deseando besar.
Llega a casa después de pasarse el camino llamándose estúpida y cobarde y preguntándose cómo diablos podría hacer algo al respecto y qué diablos podría hacer y entra en su salón, cerrando la puerta, dejando las llaves en la mesa y sintiendo que se la cae la casa encima junto con siete años de amistad y vida y se dirige cabreada a su habitación, se quita la ropa y se pone el pijama y se sienta en la cama con los brazos cruzados rezando porque esta noche él también la llame. Pero pasa el tiempo y al teléfono no le pasa nada pero sí a sus nervios y a su equilibrio porque tiene la sensación de estar mareada, como si estuviera balanceándose en un barco a la deriva y piensa que es así cómo está su vida en ese momento si no toma el control de las cosas y hace algo al respecto porque no puede permitir que ciertos momentos pasen de largo, que si hay que hacer algo ella no tiene miedo porque está segura de que sea lo que sea al menos no tendrá la sensación de impotencia que siente en este momento al no haber dicho nada y al esperar a que sea él quién la llame y es entonces cuando piensa que quizá sea una de las llamadas más importantes de su vida la que va a hacer y que debería pensar y pensar bien qué va a decirle y de qué manera porque el qué le diga y el modo en que se lo diga va a determinar sus vidas de ahora en adelante, ya sea para hacer lo que se muere por que ocurra o para avergonzarse ante una negativa o una salida del tablero de juego por parte de él en el momento final dónde uno se juega todo. Ya no va a haber ambigüedades, ahora es cuando todo llega y cuando hay que enfrentarse a las realidades y estas son tan jodidamente abrumadoras que cae en la cuenta de que él no va a darla una negativa, no, no lo hará porque todo está tan claro ahora en su cabeza que lo ve casi con objetividad y sí, es abrumador y ella se siente durante un instante como una estúpida por haber temido que él no quisiera porque es algo de ambos, es algo que los dos comparten y que los dos han estado cuidando y dando forma durante siete largos años, aprendiendo el uno del otro, entregándose hasta lo impensable en esa relación sincera que es tan fuerte, que ha sido siempre tan fuerte, que a pesar del tiempo y los baches, a pesar de las diferencias y las distancias, les ha llevado hasta ese mismo momento en el que el tiempo les ha alcanzado y ya no hay cabida para dudas.
Scully coge el teléfono que ha dejado sobre sus sábanas, a su lado en la cama y lo mira, decidida y se lleva un buen susto al no esperar que en ese instante fuera a sonar. Sonríe al ver el número de Mulder reflejado y lo descuelga contenta y serena, convencida de que es ahora cuando está en la cima de la montaña rusa, dispuesta a caer y gritar sabiendo que el viaje lo harán los dos juntos.
-Scully.
-¿Estás acostada?- No la parece que esté nervioso y ella no lo está.
-Casi. Me he puesto el pijama.
-Emm…. Lo siento. Yo…
-No te preocupe yo también estaba a punto de llamarte- Le dice.
-Ah… ¿Pasa algo?- Parece contrariado.
-No... bueno… sí…no…- Guiña un ojo en la oscuridad esforzándose al intentar iniciar la conversación, pero él la interrumpe antes de que pueda si quiera imaginar cómo continuar.
-Yo… verás… Me ha llamado Skinner….
-Ya- La cambia la cara y el tono de voz.
-En un par de horas salimos hacia Oregón.
Scully ironiza en su interior ante lo que ha estado a punto de ocurrir esa noche y cómo va a resultar al final.
-Bien Mulder. ¿De qué se trata?
Tarda en contestarla.
-Creo que esta vez se trata de algo serio Scully.
-Explícate- Ahora está intrigada.
-Sólo sé que han aparecido un par de cadáveres y temen que se trate de un asesino en serie que no aparecía en escena desde hacía años.
-¿Y eso qué tiene que ver con los Expedientes X Mulder?
-Bueno, más bien tiene que ver conmigo Scully, ya sabes, pasé unos años en Crímenes Violentos e hice algo más que ganarme el apodo de siniestro.
La conversación acaba con un “Hasta luego” cargado de ironía por parte de ella y de preocupación e inquietud por parte de él, porque él sabe lo que les espera en Oregón, sabe que no es lo que las autoridades creen por lo poco que le ha contado Skinner e intuye que lo resolverán en unas horas, en cuanto ella estudie los cadáveres y vean las pruebas y determinen que se trata de otro asesino y dejen el caso a las autoridades locales y entonces tendrán que regresar, pero esta vez piensa que quizá ocurra, que tiene que estar a punto de pasar y que no tiene idea alguna de cómo será, ni dónde y que Oregón es una posibilidad como otra cualquiera.
Y ocurre tal y como él intuía y dejan el caso a las autoridades locales pero es tarde y están cansados y el Motel tenía muy buena pinta como para tener que dormir en el Avión y los dos quieren quedarse y saben que es tiempo de más y que ya les ha alcanzado y solo queda verle aparecer. El Agente que se va a encargar del caso les da las Buenas Noches y ellos se dirigen directamente al Motel, sin intercambiar ni una palabra al respecto, pero tan nerviosos y pesimistas que al llegar allí se dirigen cada uno a su habitación despidiéndose nuevamente con un gesto de la mano y dejándose caer en sus respectivas camas dándose por vencidos en eso tan difícil que era hacer algo al respecto en sus vidas.
A la mañana siguiente el Agente local les despierta pidiéndoles disculpas y rogándoles que les ayuden en la investigación porque se está complicando y se ven desbordados por lo que ambos se miran, pensando en darse más tiempo, relajándose por fin y al unísono le dicen un “De acuerdo” al Agente que le suena a gloria porque les ha visto trabajar el día anterior y sabe que sin ellos no resolverá el caso y les sonríe complaciente y agradecido y les dice de esperarles en la cafetería del Motel para ponerles al corriente de lo que ha pasado esa noche y así invitarles a desayunar o tomarse un café o lo que quiera que vayan a tomarse.
Los días pasan y el caso se complica. Otro par de cadáveres y no hay pistas sólidas que les lleven a concluir algo. Los sospechosos validan sus coartadas y el miedo se apodera de la población.
Están cenando en el Motel. El Agente les recomendó una pizzería y están disfrutando la recomendación absortos en el caso, repasándolo todo por eso de encontrar algo que pudiera habérseles escapado, cansados después de un duro día de trabajo, yendo de un lado a otro, interrogando e indagando y no sacando nada en claro más que el hecho de que estaban sin nada a la espera de encontrar algo que les diera alguna pista o les hiciera ver algo más de lo que hasta hora eran los datos y los cadáveres y los lugares dónde estos habían aparecido.
Terminan de cenar y él recoge las cajas aún con trozos de pizza de la mesa para meterlas en el minibar y la pregunta si quiere algo de allí y ella le responde que no y le dice “Mulder ¿Te das cuenta que llevamos una semana aquí y este caso no parece que vaya a resolverse pronto?” y él la mira desde el otro lado de la habitación con el minibar aún abierto y la contesta un “Ya” mientras abre una soda sabiendo que ella también beberá aunque le haya dicho que no. Se acerca a la mesa y se sienta dejándola la lata cerca y ella la coge y bebe y la vuelve a dejar en la mesa y sigue leyendo y él se levanta para mira algunas fotografías que tienen colgadas en la pared y se queda ahí mirando pensando en que quizá deberían volver a dónde encontraron el primer cadáver y la dice “Scully, creo que mañana deberíamos visitar el famoso lago del Cráter dónde apareció el primer cadáver”. “Bien” le responde ella sin levantar la vista de lo que estaba leyendo y él continúa callado mirando las fotografías y ella nota el silencio y levanta la vista y le ve ahí de pié y se levanta y se pone a su lado mirando las fotografías y recuerda que había alguna más y se mueve a buscarlas y las encuentra en seguida y coge la caja con las chinchetas de la mesa y coge un par de ellas para el par de fotografías y coloca una y luego la otra y se gira a mirarle y ve que él la mira y tiene algo en su mirada y por un momento piensa que tiene que ver con el caso, que ha descubierto algo, pero luego lo sabe y todo se queda en blanco porque no sabe qué hacer ni piensa en las posibilidades de hacer o no hacer nada o dejar que lo decida él porque el pulso ni si quiera está acelerado y está todo tan en calma que parece como si no fuera a ocurrir nada y es sólo un segundo, porque desde que ella se puso a colgar aquella fotografías de espaldas a él y él la tuvo delante y sintió el impulso y dejó de pensar, entonces todo quedó determinado por el hecho de si ella se giraría a mirarle o se movería en otra dirección y lo hizo, le miró y entonces él se movió hacia ella, dando un paso hacia delante, sin pensar en lo que hacía, ni en cómo lo hacía pero feliz por estar haciéndolo por fin y puso su mano en su cara y su mirada se desvió de sus ojos a sus labios y supo que ella también era feliz y vio deseo en su mirada y en su respiración y la besó, de una forma dulce, firme y llena de seriedad, rozando primero solo los labios y luego besando de verdad, con fuerza y entrega, dejando al deseo que llevara el control y controlándola a ella al dirigir él. Agarrando su cara con sus dos manos primero, mientras la besaba y luego cogiéndola del cuello y la cintura mientras sus labios iban de la boca de ella a su cuello, mordiendo, apretándola contra sí, oyéndola gemir, sintiéndose desfallecer. Ahora ella le sujeta a él, le mira fijamente, con deseo, mientras le desabrocha el cinturón y él la mira y espera dejándose desnudar, mientras le quita la corbata y le desabrocha los botones de la camisa y él se desabrocha los botones de las mangas y se termina de quitar la camisa y se siente terriblemente feliz y ella igual y la vuelve a sujetar esta vez contra la pared, haciendo que algunas fotos caigan y siguen besándose mientras él comienza a desvestirla, quitándola la camiseta, desabrochándola y bajándola el pantalón hasta quitárselo, llevando sus manos a su espalda para desabrocharla el sujetador y levantándola, agarrándola fuertemente para dejarla sobre la cama. Él sobre ella, ella sobre él.
Una llamada de madrugada les ha despertado y saben que vienen a recogerles y que él tiene que irse a su habitación, pero desde el instante en que al sonar les despertará y él se moviera haciendo amago de levantarse para coger el teléfono, teniendo así que dejar de abrazarla, el tener que irse y no poder alargar esto unos minutos, horas o años más se les hace cuesta arriba y al encender ella la luz y verle ponerse los calzoncillos mirándola de pié en mitad de la habitación sabe que no les queda otra y que esta situación se repetirá muchas más veces así que será mejor irse haciendo a la idea y resignarse porque es lo que han elegido y esta es su vida junto a él y todo cuanto hagan ahora determinará cómo lo harán siempre y sabe que por ese mismo motivo está él ahí mirándola aún sin saber exactamente qué hacer, decidiendo o esperando a decidir entre los dos cómo llevar esa nueva situación.
-¿Mulder? – Le dice sentada en la cama mirándole más divertida que seria.
-¿Sí?- Claramente confundido.
-Lo sé, pero no te preocupes- Suena convincente y él la sonríe y se acerca y se sube a la cama de rodillas para besarla y la dice con sus labios casi rozándose:
-Lo difícil será no sonreír tontamente mientras intentamos resolver un caso de asesinato Scully.
Y ella le sonríe encantada de oírle decir algo tan tierno y le besa y le vuelve a besar enredando sus manos en su pelo y le dice un:
-Va a ser un día duro.
Y él la besa y se levanta y coge su ropa y se la empieza a poner y luego se levanta y coge la ropa de ella y la deja sobre la cama algo turbado y la mira sonriendo tontamente y hace un gesto señalando la puerta y ella asiente y él sale mirándola desde allí, cerrando lentamente para no hacer ruido.
El día pasa, cansados, se dejan caer en el restaurante dónde han quedado todos los Agentes y policías para cenar y hablar del caso y felicitarse por haber encontrado nuevas pistas y pistas definitivas en el lago del Cráter. Y ellos se disculpan nada más cenar y se meten en el coche y se sonríen y se dirigen al Motel a quererse, a quererse a escondidas. El caso se resuelve y regresan a casa y como siempre irán directamente a dormir y quedan en un “Esta noche hablamos” y él se despierta a media tarde oliéndola aún en su piel y se muere por tenerla cerca y se pregunta porqué no se fue a dormir con ella, pero sabe que ahora tienen que ser cautos y llevarlo con mucho cuidado porque sino las cosas podrían complicarse aún más y además sabe lo que ella piensa y es que quiere mantener su vida al margen de su trabajo, porque es su vida y no quiere compartirla con nadie más y no quiere que hablen de ello o que opinen al respecto o les pongan trabas y él en eso está de acuerdo porque sabe que es algo que no está bien visto y sobre todo después de tantos años y tanta lucha y tantos comentarios por los pasillos. Y está despierto y piensa en llamarla pero decide esperar y dejarla dormir algo más y se va al sofá a ver la televisión, aburriéndose a oscuras esperando que le llame.
Y es ya tarde y ella se despierta y se queda tumbada pensando en él y en esos días y se incorpora y se queda sentada repasando cómo está su vida en ese momento y siente que es dónde quería estar desde hacía mucho tiempo, pero que siempre pensó que la resultaría más complicado o más difícil realizar el cambio de lo que ha resultado hasta ahora y cae en la cuenta de que hasta ahora no habían estado en casa y que era a partir de entonces cuando las cosas cambiarían de verdad porque deberían tener más cuidado porque a nadie le importaba lo que hicieran con sus vidas y se despereza y se va directamente a la bañera, pensando en él y en lo delicioso de su forma de besar y luego se viste y come algo y mira el reloj y ve que ya es tarde y entonces le llama:
-Mulder.
-Hola soy yo.
-Hola ¿Qué tal has dormido?
-Bien, me acabo de despertar ¿y tú?
-Mal, ya sabes.
-Sí, ya sé.
-He estado viendo un documental sobre pesca en los mares del Norte que no ha resultado nada interesante.
-Mañana tendremos que entregar el informe.
-Lo haremos por la mañana en la oficina. ¿De acuerdo?
-Está bien- Y ahora no sabe cómo decírselo y recuerda que hacía una semana estaba completamente decidida a decirle que fuera a su casa.
-¿Scully?
-¿Sí?
-¿Te pasa algo?
Y claro que la pasa algo y mira al techo sin saber cómo decírselo sin que suene frío o directo.
-No, estoy bien, es sólo que...
-¿Sí?
-¿Mulder?
-Sí, Scully.
-Ya sé que es tarde y que mañana tendremos que hacer el informe temprano pero… ¿Querrías venir a casa?
-¿Quieres repasar ahora el caso?
-No… Mulder…
-Ya- Él está tan nervioso como ella.
-¿Y bien?
Él sonríe en la oscuridad sintiendo como si tuviera quince años.
-Sí… Iré… Voy para allá…
-Bien… Entonces… Hasta ahora ¿No?
-Sí… esto…. Scully…
-¿Sí?
-Yo siempre quise que las cosas cambiaran.
Y cuelga el teléfono dejándola con un “Yo también en la boca” y apaga la tele y coge las llaves del coche y está serio y nervioso y cierra la puerta al salir y espera el ascensor mirando al suelo y luego coge el coche y prefiere no pensar en nada para dejar que todo ocurra como tenga que ocurrir y llega a su piso y llama con los nudillos y ella le abre, preciosa y percibe una sonrisa nerviosa en su cara y sabe que él la tiene igual en la suya y cierra la puerta y se miran y entonces se echan a reír y él se acerca a abrazarla, deshaciendo así las tensiones, besándola en la frente, mirándola comprensivo y ella se muerde los labios y le coge la camiseta y él sabe que será maravilloso, que nada de lo que les ocurra podrá separarles y la besa y se besan y la vida continúa, sus vidas continúan, su mundo sigue girando y los malos serán los malos y los amigos seguirán ahí y la oficina les esconderá del mundo y el trabajo absorberá parte de sus vidas, pero ahora tienen muchas más cosas por compartir y muchos más secretos que guardar y será difícil, pero lo llevarán bien, porque están preparados y listos para enfrentarse a lo que tenga que llegar siempre que lo hagan juntos. Como siempre.

lunes, 17 de diciembre de 2007

De Hank y Karen y Karen y Hank.

Todos los derechos son de Showtime y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y bla bla......


Bill ha desayunado y ahora se ha metido al baño y Karen sigue sentada en su cama mirando la ventana, no ha dormido mucho hoy porque tiene una tormenta estallándola ahí dentro y no quiere tomar una decisión porque ey, ya tomó esa decisión, porqué hacerle caso, no lleva razón, no es así, no se está replanteando nada porque ella quiere a Bill y quiere casarse con él. Son tan distintos. Bill es estabilidad y hogar y joder, Hank, cómo coño logras siempre hacerme sentir así, hacer que todo se vuelva confuso. No quiere darle la razón, ni cree que la tenga pero el sencillo hecho de llevar toda la noche sin dormir pensando en aquella puñetera conversación en la calle ya es suficiente como para darse cuenta de que algo falla en su argumento con respecto a Bill.
Sale del baño y la dice un cariño estás bien, mientras ella sigue mirando la ventana y entonces sin más lo hace: Me acosté con Hank. Y le mira, seria, a ver su reacción, pero él no grita, ni maldice, sino que la mira anonadado primero y luego comprensivo la pregunta un cuándo. Hace algo así como un mes. Y él bueno, yo, Karen... y se sienta a su lado en la cama y a ella se la saltan las lágrimas y la coge la mano y la besa la mejilla y nada, sin preguntarla más, restándole importancia y lo que fue peor aún y que no sabría nunca, no dejándola darle una explicación o una disculpa, se limitó a evitar el tema y perdonarla y luego la dijo que esa noche irían a cenar con unos amigos y que se divertirían y la dejó sola en la habitación de ambos, con lágrimas en los ojos, sin gritos, sin maldiciones.
Cuando Hank lleva a Becca a casa Karen parece seria y tras las bromas decide arropar a su hija y dejarla durmiendo primero y luego tener la discusión diaria con Karen sobre vete tú a saber qué y acabar volviendo a casa hecho polvo y con el corazón deseando nadar en cualquier puñetero líquido que lleve alcohol.
Becca está distante, demasiado para lo normal en su edad y en su personita. Ya sabe que siempre la caga y que sea lo que sea que la ocurra lo más probable es que tenga que ver con él y con su madre. La pregunta, bromea al hacerlo siendo un payaso y ella seria se limita a a mirar al suelo por lo que él se acerca dispuesto a recibir un nuevo golpe como aquél que le dio no hace mucho dejándole completamente noqueado y con el corazón en un puño. Claro que imaginó que esta vez podría ser aún peor, a fin de cuentas, la niña era hija de ambos y algo de ellos tendría que haber heredado. Hija de ellos e hija de separados (o lo que fuera), una buena mezcla para saber hacer daño. Esta vez fue él el que la dio los cinco pavos, luego bajó directo a la cocina. Mía en el sofá leyendo algo y Bill y karen de pie preparando la cena. Puedo hablar contigo? No Hank ahora no. Sí, Karen, ahora sí, es Becca. Y no hizo falta más, mirada seria y reacción. Los dos salieron afuera. Bill miró a Mía y luego continuó cocinando y Mía que había seguido toda la escena con una medio sonrisa boba y fingida se levantó bruscamente para irse a su habitación. Una sonrisa fue lo único que logró fingir, sin dejarse pensar el porqué la dolía tanto, el porqué estar tan jodida al ver a Hank hacer de padre y mientras Bill disfrutando de una posible nueva cagada del pobrecillo de Hank.
Hank y Karen fueron hasta la puerta. Hank se paró allí y la miró serio, con las manos en sus caderas, pensativo porque no sabía exactamente cómo comenzar. Karen no le dijo nada y se limitó a esperar. La dijo primero que esta vez los cinco pavos se los había dado él a Becca y no al revés y no porque ella no supiera que le dolía sino porque él sabía lo que la había hecho. La dijo Karen... Ey Karen, sabes lo que siento por ti y lo del jodido anillo y casarse y mi vida sois vosotras, pero es nuestra hija y hasta ahora mi divertida batalla de hacer el payaso sabía que la afectaba y que no era justo para ella, pero siempre pensé que no importaría si se jodía un poco la cosa siempre y cuando todo acabara bien y ella consiguiera lo que tanto quería que era vernos juntos y que joder, menuda sorpresa me ha dado cuando me ha dicho que prefería que te casaras con ese gilipollas, bueno, no ha utilizado ese término, con Bill y que todo se solucionara a que seguieramos así, jodiéndonos la vida y jodiendola la vida a ella y sabes qué, que tiene razón, es nuestra hija y puede que eso sea lo único que me una a ti el resto de mi vida, puede que sea lo único que tenga de ti y cielos, es tan bueno ese regalo, que prefiero seguir conservándolo como el tesoro más grande y maravilloso de este jodido mundo a perderlo o ser el que la haga perder la inocencia o la esperanza en los sueños con tanta mierda entre nosotros a cambio de una asquerosa vida de comodidad que yo no la enseñé nunca a apreciar pero que veo que puede que sea lo que ella desee y puesto que lo daría todo por ella, lo hago Karen... Lo haré.
Y ella que según él hablaba aguantaba las lágrimas le dijo que qué quería decir porque se la ocurrían un montón de cosas. ¿Un abandono acaso? ¿Dejaría de luchar y mirarla con esos ojos? Porque ahora ya no sabía nada y todo era confusión en lo que ella pensaba que era su vida apacible en su bonito hogar y él la respondió con un sabes lo que quiero, lo sabes y sé que diciéndote esto lo que hago es darte a elegir, lo hago también por eso, no iba a desperdiciar la oportunidad porque soy un puto cabronazo que va a aprovechar una situación ya jodida para ponerte a ti en medio y que tomes la decisión por los dos Karen, porque si no haces algo ya sabemos cómo acabará esto, seguiré siendo el padre más pesado y capullo del planeta para Becca pero dejaré de ser ese imbécil que canta bajo tu ventana. Lo haré. Sabes que lo haré y que no iré borracho a tu boda dispuesto a secuestrarte rompiendo todas las malditas vidrieras de la iglesia si hace falta, ni que le contaré a Bill aunque solo sea para que sepa lo que se siente, que nos acostamos y que fue maravilloso aunque luego viniera toda esta mierda. Me tragaré todo esto (agarrándose el pecho) y te dejaré, os dejaré, con vuestra vida feliz de cuento.
Está bien, le dijo ya llorando clara y abiertamente, ¿Quizá siempre supimos que el final sería como este no? y se giró para meterse en casa sin decirle más, abrió la puerta y se volvió a mirarle y él la seguía mirando desde abajo, suplicándola con los ojos que no lo hiciera y ella en vez de entrar siguió ahí, con la puerta abierta, aún sin entrar, mirándole, dudando y entonces cerró la puerta y bajó y le dijo que le había contado a Bill lo que pasó entre ellos y que dejara de insinuar que podría contárselo porque él se lo había tomado bien y había sido comprensivo y Hank la mira con cara de sorpresa e indignación y la dice que claro, que Bill no gritó como él, que no la cagó haciéndola saber lo mal que se sentía cuando la mujer a la que quieres te confiesa que, mierda, se ha acostado con otro y ¿Sabes? Hablamos un montón y Karen le dice que no, que pensó que lo haría pero que no ha sido así y cruza los brazos al decirlo y entonces es cuando Hank cree alucinar porque no puede ser, porque no es posible y la dice acercándose hasta poder ver cada detalle de su rostro ahora que le soltará la bomba y la dice ¿Lo hiciste por eso? ¿Es así cómo lo haces Karen? y ella lo niega y ¿Qué diablos estás insinuando Hank? y él se queda serio porque ve esperanzas y no sabe si reír o besarla y la dice él no estalló, no como yo y tú querías que lo hiciera. No Hank, no soy tan manipuladora, eres un jodido cretino y él sé que soy un cretino pero joder si lo hiciste por eso, no, no escucha (mientras ella le pega) no lo pensarías Karen, pero lo hiciste esperando una reacción y te jodió que no la hubiera y coño Karen, que no lo decidiera él, que esta vez, te haya salido marica y no tenga huevos para llamarte zorra y cabrearte y así poder hacer algo al respecto. Baja la voz joder, le dijo intentando controlar la situación y él estiró los brazos y la dijo triunfante GANÉ y luego haciendo una reverencia y besándola la mano la dijo antes de salir por la puerta que ahora la tocaba a ella y que iba a ser muy divertido ver cómo salía de esta y hacía de ellos una familia feliz dejando plantado a ese cretino sin huevos.

El amigo Cole.

Todos los derechos son de la 1013 y la Fox y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y porque me gusta.....


Llevan toda la mañana en el despacho del sótano revisando antiguos expedientes con otro Agente de Florida asignado al caso para ayudarles. Café, papeles y más papeles.
Es normal que los del Sur se abriguen mucho cuando están en el Norte y más en invierno, pero hoy hace un buen día y el Sol entra por el vantanuco del techo y Mulder se ha quitado la chaqueta. El Agente del sur es guapo. Es muy guapo y Mulder también se ha dado cuenta. Ella nota cómo él intenta disimular miradas de comprobación y cómo inconscientemente se calla y permanece a la espera de algún signo de coqueteo. Ella también calla, ya para no arriesgarse a decir o hacer algo que infrinja esto, sea lo que sea, que tienen aunque nunca haya pasado nada, ya para disfrutar, concentrada en cada gesto de Mulder, de su estado de alerta injustificada.
James Cole se llama. Agente Especial James Cole. Viste de negro. Es también moreno y alto y agradable hasta el extremo de caerle bien a Mulder a pesar de los pesares. El Caso se lo asignaron a él allá abajo. Personas con vidas extrañas muertas extrañamente. Luego hubo un caso cerca de Nueva York y les llamaron y bueno, acordaron llevar el caso juntos. De eso hace tres días ya, tres días sin pistas, ni avances. Tres días de encierro voluntario en su sitio preferido del Hoover con el guapo y prometedor Agente Cole como nuevo entretenimiento. Les ha contado que está soltero y Mulder ha apretado la mandíbula controlándose para no mirarla descaradamente a ver su reacción y Scullycaradepócker le ha preguntado a colación que si tenía hijos a lo que él ha respondido con media sonrisa e inclinación cómica de cabeza con un "Oh Dios, aún no". Es gracioso. Gracioso sin ser payaso y les han hecho pasar esos tres días del sentimiento de ver su espacio vital invadido, al sentimiento de compartir su "hogar" Hooveriano amigablemente. Incluso ha sido listo hasta el extremo de preguntar nada más llegar por cuál era su espacio ahí abajo para "no fastidiar con mis papeles y trastos" y luego les ha ido preguntando por las fotografías y pósters y demás recuerdos que fueron acumulados durante años en las paredes y vaya, Mulder deberían haberla mirado para verla sonreír como sonrió cuándo Cole se entusiasmó por cierto Póster comprado en la calle M. ¿Cómo no iba a sonreír? Luego, aquel primer día, al quedarse solos ella y Cole, malditos riñones debió pensar Mulder por la cara que puso al salir camino del baño, la hizo, sin rodeos ¿Para qué? Todo para Cole es así de sencillo. La hizo LA PREGUNTA. Según cerró Mulder la puerta la miró a los ojos y calmadamente la preguntó por un "¿Hay algo más?" que ni si quiera la sonó a intromisión, ni mucho menos a interés por ella claro, sino a un simple deseo de conocer algo más de ellos, de su mundo y de ese sótano. Ella se limitó a sonreírle dulcemente mientras negaba con la cabeza y él asintió comprendiendo. Luego su vista bajó hasta cualquier documento que estuviera leyendo y dijo, sin esperar respuesta y sabiendo que no la recibiría: "Lo habrá, lo hay".

Tenían mucho trabajo y para varios días, pero aún así ¿Cómo no iban a enseñarle algo de Washington? Cena a base de comida basura y ensaladas en un Restaurante típico lleno de pantallas gigantes para ver todos los deportes habidos y por haber y luego ("No, prefiero que me llevéis a dónde quiera que vayáis siempre ¿No tenéis un Central Perk por aquí?") al tugurio de siempre para invitarle al Cócktel de turno mientras comen pipas y cacahuetes sentados en un rincón. Chistes fáciles sobre compañeros, pocos cotilleos porque no hablan con mucha gente para llegar a enterarse, casos raros, anécdotas, personajes peculiares en estos, tantos, años juntos.... Y luego llamar a un taxi al salir, levantando la mano y un "No, cógelo tú primero, que eres nuevo aquí" queriendo quedarse solos porque sí y la noche y los dos bajo las luces, mientras los demás pasan a su lado y algún coche pita allá lejos.

M- Hace frío- Encogiendo los hombros, mirando al suelo con las manos en los bolsillos de la gabardina.
S- Sí. Si que lo hace- Mirándole, esperando a que levante la vista y cuando lo hace y la mira- ¿Quieres pasear un poco? En la Calle C pasan más taxis.

Y él asiente y se acerca para empezar a andar los dos a la vez, juntos. Unos pasos. Unos cuantos más. Aún hay mucha gente en la calle a pesar del frío. Han pasado la Calle C y la L y ven un taxi acercarse. Se acercan a la carretera y se paran. Los dos levantan el brazo, uno detrás del otro. Gabardinas, baho y ojos vidriosos por el frío. Sin titubeos, el taxi lo coge ella, hace tiempo que él dejó claro cómo se resolverían estas situaciones. Abre la puerta y se sienta mientras él espera para decirla "Hasta mañana" mientras la mira a los ojos, que logra vislumbrar entre la oscuridad del taxi y la noche. "Hasta mañana Mulder" le dice ella. Y se aleja y él vuelve a meter las manos en los bolsillos sin darse cuenta del gesto y aprieta la mandíbula y coge aire y cuando ya no ve el taxi se gira a buscar uno para él. Ya no siente celos.

A la mañana siguiente, el segundo día de tener entre ellos a Cole, a parte del Buenos Días, nada más verse hubo comentarios sobre la noche anterior. Cole afirmó haber dormido como un niño después de sus cuatro cervezas y Mulder bromeó con haber tenido pesadillas con enormes, negros y fuertes jugadores de Rugbi después de haber tenido seis pantallas bombardeándole músculo y sudor durante la cena en aquel restaurante, a lo que Scully replicó con un "Y ese es el motivo por el que siempre vamos" pasando la mirada de Mulder a Cole, para aclarar a Cole que en realidad, a Mulder le encantaba ese sitio. El resto de la mañana la pasaron en la sala de autopsias. Ella con su traje verde y mascarilla conjuntada, Cole saliendo a vomitar después de ver cómo abría el cadáver ("Al menos aguantó un poco" comentaría Mulder viéndole salir) y Mulder sonriéndose al ver que los fluidos estomacales de Cole le acababan de proporcionar una ventaja. Diez minutos después la puerta se entreabrió lo justo como para que Cole pudiera decir un "Lo siento, esperaré fuera" y ellos dos pudieran contestarle a la vez un "Está bien", siguiendo ella en su tarea de instrumentos, sangre y órganos y él en su tarea de sentarse sobre alguna mesa del fondo para observar el proceso y a ella concentrada, callado, balanceando los pies, colocándose la corbata, mirándose los dedos, esperando a que ella pudiera decirle algo de primera mano sobre el cadáver, el caso o un "¿Podrías dejar de hacer ruido con los pies?" a lo que él respondería con un "Claro, lo siento", para descubrir que le apetece hablar porque lleva allí una hora larga y bueno, porque quiere llamarle así delante de ella:

M- Estómago débil. Algo malo tenía que tener el chico perfecto.

Y ella le mira, por encima de la máscara, con las manos en alto (guantes ensangrentados e instrumental afilado en su mano derecha).

S- ¿Qué quieres decir?- Porque lo sabía pero ya puestos prefería poder sacarle algo de información adicional. Además, el tema lo había sacado él.
M- Ya sabes.... - Genial, ahora tendría que explicarlo- Brillante, prometedor, atractivo, gracioso...
S ( Cortándole al hablar)- Amable, atento, tierno...- Siguen mirándose.
M- ¿Crees que estoy celoso?
S- No- Tajante, le mira unos segundos y luego mira de nuevo el cadáver- ¿En qué se diferencia de tí? ¿En que él tiene Don de gentes?

Y sigue trabajando, contenta con lo que le ha dicho y en la cabeza de él "brillante, gracioso, amable, atractivo... tierno!!"

M- ¿Soy tierno?- Con malicia, riendo.

Y lo ha soltado tan de improvisto que ella suelta una carcajada y tiene que mirar al techo y separarse de la mesa de autpsias para poder reírse a gusto.

S- Mulder por Dios ¿Voy a poder trabajar tranquila hoy o tengo que enviarte fuera a hacerle compañía a Don Perfecto?
M- Está bien, está bien. Ya me callo.

Y la miró de tal forma que ella agradeció llevar mascarilla para poder sonreír sin miedo.

Nada en el cadáver. Murió por un ataque cardíaco.

Aquella misma tarde, la del segundo día, fueron a ver otra vez la escena del crimen. Era mejor que Cole también la viera y así ellos aprovechaban por si se les hubiera pasado algo por alto.
Un edificio de dos plantas semiabandonado. De ladrillo rojo. Escaleras oscuras y húmedas, ventanas mugrientas y basura desparramada por el suelo. Ocurrió en el tercer y último apartamento del segundo piso. La cinta de plástico amarilla de la policía resaltaba a lo lejos en el pasillo. Abrieron la puerta.
Con el cadáver se topó un ladronzuelo que se había colado por la ventana de la escalera de incendios. Se pegó un buen susto. La debió romper a posta y un par de días después al ver que nadie intentó arreglar el destrozo o al menos tapar el agujero para que no pasar el frío, decidió entrar para ver qué podía sacar de allí. Lo más probable es que nada más entrar saliera corriendo. El cadáver había sido encontrado en mitad del apartamento. Sin ropa alguna y rodeado de alrededor de unos treinta roedores también muertos y colocados de extraña manera. Al principio pensaron que estaban colocados de manera aleatoria, pero luego les llamaron desde Florida y todo empezó a pintar mal. Cuatro cadáveres hasta ahora. Todos rodeados de roedores. La policía pensó que podían ser ritos satánicos y por eso les encomendaron el caso de Nueva York, pero bueno, en Florida ya estaba Cole investigándolo.
En el suelo del apartamento aún se podía ver el descolorido que la descomposición le hizo. Los muebles y los pocos adornos que ese tipo tenía estaban llenos de polvo magnético marcando huellas. Todas del muerto. Cincueta y tres años. Ex marine, ex alcohólico, ex casado, que se había pasado los últimos quince años de su vida sin salir prácticamente de casa, viviendo de una pequeña renta, vistiendo siempre monos de trabajo color azul y el mismo gorro de lana amarilla, encargando comida a domicilio y aparentemente viendo de manera obsesiva las mismas dos cintas, llenas de anuncios y distintos programas y concursos grabados todos ellos sin sentido, con cortes, desordenados, algunos de solo unos segundos de duración y otros con cosas distintas grabadas encima.... Los habían estado viendo el primer día, después de comer para relajarse después de tanto papel, comprobando nombres, estudiando los casos de Florida, buscando referencias, parecidos con cualquier otro caso. Pero nada. Ninguna pista.
Y ahora, el tercer día, seguían ahí, repasando, sin encontrar nada. Cole en el fondo entretenido con el listado de todo lo que se encontró en las escenas de los crímenes, Mulder en su silla, viendo fotografías de los asesinatos de florida en el portátil de Cole y Scully enfrente de Mulder mirándole y de vez en cuando comparando datos de antecedentes en muertes con roedores de por medio o en la escena del crimen. Suena un móvil y todos se ponen alerta, primero mirándose entre ellos y luego esperando mientras Scully metía la mano el el bolsillo de su chaqueta para sacar su móvil y contestar sí, sí, soy yo.... bien... de acuerdo, allí estaremos y ellos la miran esperando y ella "Era Skinner" y Cole se levanta preguntándola "¿Novedades?" y ella se levanta y le dice que sí y Mulder se levanta y se pone la chaqueta y se coloca la corbata mientras mira a Scully y Scully le mira a él sin decirle nada y ella comienza a andar hacia la puerta y los dos la siguen por el pasillo y cogen el ascensor, sin decir palabra. Cole sonríe al verles callados y serios y mira al techo para disimular y se siente aliviado cuando las puertas se abren, saliendo él primero y luego dejándoles pasar delante porque es su territorio. Puede ver cómo el resto de Agentes les miran al pasar. Casi todos callan pero algunos luego comentan y sonríen. Cole imagina de qué hablaran. Los rumores llegarón a Florida hace tiempo. Dos Agentes de Washington que llevan casos de extraterrestres y fantasmas. Dicen que a ella la abdujeron y que a la hermana de él también. Cuentan que una vez estuvieron hablando con el fantasma del mismísimo JFK y que les dijo quién le mató y porqué y desde entonces están amenazados por una Agencia Secreta para que no cuenten nada.
Cuándo a Cole le dijeron que viajaría al Norte para trabajar con los famosos Mulder y Scully, se puso algo nervioso por la emoción. No porque creyera ninguna de las barbaridades que había oído, sino porque frente a todas esas cosas, estaba el hecho de que esos dos siempre estaban metidos en asuntos oscuros, enfrentándose a casos que los demás ni si quiera imaginaban y demostrando que sabían cómo hacer las cosas frente a todas las críticas y burlas. Cole sabía que aprendería mucho, sabía que ellos dos ya eran leyenda y que tenía una suerte grandísima al poder trabajar con ellos y verles en acción.
Cole entró al despacho de Skinner por segunda vez con una sonrisa enorme dibujada en la cara: Había visto cómo Mulder colocaba la mano en la espalda de Scully al entrar en el despacho de Skinner. Se lo había visto hacer una docena de veces en esos tres días que llevaba allí, pero le hizo gracia ver que incluso lo hacía delante del jefe.
Skinner les invitó a sentarse. Saludo nuevamente a Cole y le dijo nuevamente que le alegraba tenerle en el caso y luego puso las manos sobre la mesa y les miró muy serio y les dijo que no era nada seguro, pero que habían recibido un aviso de que había un cadáver en el Hospital de una pequeña localidad cercana a Philadelphia, que al parecer había muerto en parecidas circunstancias que el resto: rodeado de roedores, desnudo, en mitad del salón y que el tipo nunca salía de casa y no se le conocía ni familia, ni amigos, ni visitas. Llevaba dos días en el Hospital esperando una resolución de las autoridades locales para enterrarle. Habían pensado que murió por un simple infarto, pero ahora podría ser que formara parte de la lista. Skinner entregó a Scully el informe de la policía y les dijo buena suerte mientras salían del despacho.

M- Bien Agente Cole. La ruta turística se desvía hacia Philadelphia.
C- Siempre quise ver esa maldita campana.
M- No es para tanto.... Está rota- Guiñándole un ojo a Scully mientras lo decía.

A Scully le dejaron la sala de autopsias del hospital y Mulder y Cole fueron a la oficina del sheriff local, allí se encontraron con un montón de chicos disfrazados de Jedys que en mitad de una fiesta decidieron al intentar colarse en el Ayuntamiento para "impedir que los Sith siguieran dominando el pueblo". El sheriff les explicó que el cadáver los descubrieron los vecinos por el olor. Llevaría muerto semanas. Las ratas rodeaban el cadáver. Cole pidió fotografías y el informe original. Mulder se limitó a callar. Dos horas después Scully llamó a Mulder. Nada en el cadáver. Infarto. "Bien. Te esperamos aquí" la dijo.
Los Jedys comenzarón a alborotar y el sheriif salió a ver qué pasaba. Mulder y Cole le siguieron. Veinte Jedys mirando a Scully con ojos de deseo. Mulder y Cole sonreían. Scully pasó delante de ellos muy cabreada. Mulder la abrió la puerta para que pasara al despacho de sheriff y miró a Cole sonriente mientras le decía a Scully que acababa de provocar una conmoción en la fuerza. Ella se giró y no le dijo nada. Se limitó a mirarle. Ya dentro del despacho se pusieron al corriente. No tenían nada. Era lo que diferenciaba a este caso de todos los demás, que no tenían nada. Parecía como si realmente hubieran muerto por infartos. Las ratas podrían ser por la suciedad y las vidas raras y solitarias simple casualidad. "Vayamos a ver dónde vivían este tipo" dijo Mulder. Cole se levantó dispuesto a ir, pero se paró al ver que Scully no se movía y miraba a Mulder. "No" le dijo aún cabreada. "Creo que estamos dándole vueltas y se trata de casualidades" y Mulder la dijo "Hay muchas casualidades" y ella siguió "Este ni si quiera tenía esas cintas con grabaciones raras Mulder" y él "Quizá las encontremos en su casa", "Ya la han registrado" dijo ella, "Sin saber qué buscar" dijo él y ella no contestó y se cruzó de brazos y le miró muy seria y él se acercó a ella y se puso las manos en las caderas y bajó un poco la cabeza para decirla más cerca, bajando un poco la voz "Creo que llevas razón... Lo creo, pero prefiero asegurarme" y ella le miró a los ojos y asintió y esta vez los Jedys no dijeron nada al verles salir y Cole volvió a sonreír al verle nuevamente ponerle la mano el la espalda al salir, mostrándose incoscientemente territorial frente a todos esos niñatos disfrazados.
Era una casa baja de una sola planta y tres habitaciónes: Salón-cocina, baño y una habitación dónde cabía una cama y un pequeño armario en un rincón. Llovía cuando salieron del coche. Mulder cogió el paraguas del maletero y Scully se colocó debajo. Cole se mojaba detrás de ellos. Un Agente de policía les esperaba en la puerta para abrirles y enseñarles el lugar. Mulder le dijo que les esperara fuera. Lo primero que hicieron fue mirar el salón. Lo mismo. La marca del cadáver resaltaba en la alfombra. La luz entraba por una ventana que daba a un patio lleno de trastos. La tele en mitad el salon, debajo del mueble un vídeo. Ni rastro de cintas. Cole se puso a registrar los cajones de los muebles del salón y Scully fué a la habitación. Mulder permaneció de pié en mitad del salón observando, estudiándolo todo en silencio. En los cajones parecía no haber nada más que viejos trastos inservibles y juguetes viejos y estropeados. Billetes de un viejo monopoli llenaban un cajón. Cole cogió un puñado y lo enseñó a Mulder sonriente. Mulder le miró e hizo un gesto de asentimiento. "Mulder" dijo Scully desde la habitación y él fue hacia allí. Entro despacio y la vio mirando por la ventana. Se giró al oírle entrar. Él se acercó hasta ponerse al lado y miró por la ventana hacia donde le señalaba ella con el dedo. Afuera seguía lloviendo. La lluvia hacía ruido al caer sobre cubos de basura de metal y restos de viejas bicicletas y muebles amontonados fuera. Parecía una pequeña chatarreria. Scully señalaba lo que parecía un pequeño cuarto trastero pegado a la pared de la casa. Salieron fuera con Cole siguiéndoles. La lluvia caía y les mojaba el pelo. La puerta del cuartucho pareció moverse y sacaron las pistolas. Scully iba la primera, Mulder justo detrás y Cole el último. Scully se paró en la puerta y apuntó mientras Mulder abría despacio la puerta. El cuarto mediría dos por dos y al abrír un gato les dio un susto de muerte al salir corriendo entre sus piernas. Se miraron entre los tres. Mulder entró primero. Se guardaron el arma. Había un armario blanco, medio podrido, en el fondo. El suelo era de cemento y las paredes de ladrillos mal colocados. La lluvia sonaba al dar en el tejado del cuartucho. Scully sacó un guante de latex del bolsillo y se lo puso para abrir el armario. El olor les hecho para atrás. En la parte de abajo del armario había un montón de restos de comida y cajas pudriéndose. En la parte de arriba cintas de vídeo. Scully aguantó la respiración para acercarse a leer los nombres puestos en las cintas. Mulder se acercó por detrás de ella a leerles también. Cole seguía en la puerta.
El disparo no se oyó mucho porque la lluvia caía fuertemente sobre el tejado del cuartucho. Mulder y Scully no tuvieron tiempo más que para girarse y coger a Cole mientras caía. Luego Scully se quedó apretando la herida de bala que le había atravesado el pecho a Cole, con este tendido con medio cuerpo dentro del cuartucho y medio fuera. Mulder saltó por encima de Cole. No sabían de dónde podía haber venido el disparo. Mulder estaba en mitad del patio apuntando con su arma, recorriendo las casas contiguas y los rincones. La lluvia le impedía ver bien. El ruido de la lluvia y el resto silencio. Nada se movía ahí fuera. Las ventanas de las casas de al lado estaban cerradas. Les habían dicho que no había vecinos. El policía que les esperaba en la puerta apareció y Mulder le hizo señas para que permaneciera quieto. Un minuto y nada. Mulder miró al policía y le preguntó que si había visto algo y este negó con la cabeza, luego le dijo que avisara a una ambulancia, que había un Agente herido y le señaló dónde estaba Scully con Cole. Luego se dirigió hacia la valla metálica que separaba el patio de la casa contigua. Miro por encima apuntando. Nada al otro lado. Oyó pasos detrás y se giró. Era Scully. "Cole aguantará, el policía está con él" y Mulder la respondió asintiendo con la cabeza, totalmente concentrado. La señaló con la cabeza la puerta lateral del patio y la dijo "Ve tú por el otro lado" Y Scully se metió en la casa para dar la vuelta mientras él avanzaba despacio por el lateral de la casa hacia la puerta. Estaba empapado y la lluvia lo tenía todo encharcado. Al llegar a la puerta la abrió de una patada y está se estampanó contra la valla al girar y abrirse, luego pasó él con cuidado, apuntando a todos lados. Vio a Scully acercársele por el lateral de la casa. Nada. Los dos apuntando con el arma al suelo se miraron bajo la lluvia y entonces oyeron algo justo enfrente. Era la puerta de un coche al cerrarse. El coche que estaba aparcado justo enfrente de ellos al otro lado de la carretera. Se acercaron uno por cada lado. Las armas en apuntando al vehículo, la lluvia cayendo. El coche arrancó y los dos dispararon a las ruedas mientras se alejaba calle arriba. Pero tenían puntería, le reventaron las ruedas de atrás y acabó por estrellarse contra otro coche aparcado en la cera unos metros más arriba. Corrieron un poco para acercarse mientras gritaban arriba las manos y no se mueva. Se oía una ambulancia cada vez más cerca, sería la de Cole. Scully abrió la puerta delantera mientras Mulder apuntaba. El tipo tenía las manos sobre la cabeza y salió poco a poco. Era joven o al menos lo parecía. Scully le cacheo contra el coche y le cogió el arma y le puso las esposas. Mulder oyó algo y se fijó que en la parte de atrás del coche había jaulas. Abrió la puerta de atrás y miró dentro. Estaban llenas de ratas que chillaban asustadas. Miró a Scully y ella le miró a él. Lo tenían.
Debería tener unos veinticinco años. Moreno, cejas gruesas, ojos claros y mirada fría. No les dio nombre y no llevaba nada encima que pudiera decirles algo. Sus huellas no estaban en la base de datos. Nada. Intentaron hacerle hablar pero era imposible. Mulder y Scully le observaban desde el otro lado del cristal de la sala de interrogatorios. El sheriff decidió apretarle un poco más las esposas para ver si eso le hacía afecto y solo consiguió gruñidos, lo cuál hizo a Scully tener una idea. Miró a Mulder y pasó dentro de la sala de interrogatorios con Mulder detrás. Se acercó al sospechoso y le cogió la mandíbula. Le hizo mirarla y luego apretó para que él abriera la boca. Miró dentro y luego dejó que Mulder mirara también. El chico no tenía lengua. Pasaron diez horas y no tenían nada que les dijera el porqué. El caso se cerraría sin más pistas. El chico era culpable, al menos de tener el coche lleno de ratas, lo cual le implicaba en los asesinatos y de haber disparado a Cole. Le darían por loco. No sabían porqué había decidido volver a la escena del crimen, ni porqué disparó a Cole. No respondía a los exámenes psicológicos y parecía en shock. En el coche no encontraron nada más, era robado. En el armario blanco del cuartucho encontraron tres cintas de vídeo como las otras pero nada, no les decían nada.
Cole estaba bien. Bromeó al verles entrar en la habitación preguntándoles si no tendrían alguna chocolatina porque tenía un "agujero en el estómago" del hambre. Scully comprobó el informe médico que colgaba de su cama y Mulder abrió las cortinas para que le entrara algo de luz de la calle. Le contaron las novedades y los tres callaron de impotencia al saber que no podrían hacer nada más, que el caso se cerraría y que ese chico pasaría una larga temporada en un sanatorio de alta seguridad. "Las ratas parece que las criaba él mismo ¿Sabes?- Le dijo Mulder- Pero ninguna pista sobre la procedencia de estas, de la comida de sus estómagos, de los residuos de su pelo.... nada" y Scully le dijo "He hablado con el médico y mañana mismo te trasladan a Florida" y Cole la dijo triste un "Ya" y ella sonrío y Mulder le dijo "Te echaremos de menos".

Dos meses después Mulder estaba de rodillas en su despacho buscando un bolígrafo que se le había caído bajo su mesa. Scully entró y le miro divertida. Él la dijo con la cabeza aún bajo su mesa "Desde aquí abajo el mundo se ve totalmente distinto Scully" y ella le preguntó bromeando "¿Qué ha sido esta vez Mulder? ¿Otra moneda de cinco céntimos?" y él la respondió con la misma guasa "No, esta vez buscaba mi orgullo... creo que cayó por aquí hace diez minutos" y se levantó, se puso las manos en las caderas y la miró apretando la mandíbula. "¿Qué ha pasado?" le dijo al verle la cara. "Hoy, en el sobre con la nómina, ponía bajo mi nombre y en lápiz "Mr. Siniestro"...- Scully le miraba y él bajó la mirada para buscar el sobre entre los papeles de su mesa- le pregunté amablemente al chico que reparte el correo y me dijo que su compañero era nuevo y lo había puesto para aclararse". Encontró el sobre y se lo dio a Scully. "Ya veo" le dijo mientras lo leía y se sacó del bolsillo otro sobre y estiró el brazo por encima de la mesa para que Mulder lo cogiera. Soltó una carcajada al leerlo y miró a Scully abriendo mucho los ojos, ella se limitó a quitarle el sobre de las manos, guardarlo de nuevo en su bolsillo y sentarse y él la dijo en pié frente a ella al otro lado de la mesa " No recuerdo haber puesto un anillo en tu dedo" y ella le miraba en silencio con la manos cruzadas sobre sus piernas y él se sentó también y la miró y volvió a reír negando con la cabeza y ella rió también y él volvió a revolver en su mesa y cogió una postal y se la dio y ella miró el remite, sonrió, giró la postal para ver la fotografía (los hermosos Cayos de Florida) y se puso a leerla mientras él la decía "Tuvo mucha suerte". Ella acabó de leerlo y sonriente le miró y le dijo "Si que la tuvo" y le devolvió la postal porque sabía lo que él haría y él abrió un cajón y cogió una chincheta, se levantó y puso la postal en la pared, al lado de un cuatro con una fotografía de él y Scully de hacía un par de años y se quedó de pié mirándola postal y ella le miraba sentada aún, pensando en Cole y aquellos días, pensando en la lluvia y aquella casa y los tres bromeando allí mismo, en el despacho del sótano y pensó que estuvo bien porque fue breve, porque miraba a Mulder ahí de pié con las manos en las caderas, su corbata y su chaqueta y deseaba que fuera siempre así, los dos solos allí abajo, renegados, aislados, juntos.....
Él giró la cara para mirarla. Ella le miraba. La luz entraba por el ventanuco del techo. Hacía un buen día afuera y allí abajo reinaba el silencio.