Fan fiction X Files (Expediente x) Californication... Sí soy así de Friki y estoy así de loca....

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sábado, 24 de mayo de 2008

EN UNA BOLSA DE PAPEL.

Todos los derechos son de la 1013 y la Fox y bla bla bla y yo solo escribo por escribir y porque me gusta.....


Él recuerda alguna de las muchas veces en que ella se ponía el abrigo y se giraba en la puerta antes de irse para mirarle. Él sentado en su sofá mirándola desde allí. Ninguno de los dos decía nada. Ella después de mirarle se giraba nuevamente y abría la puerta y la cerraba tras salir y él veía la puerta cerrarse y no se movía. Sus codos en sus piernas, sus manos unidas, la sonrisa olvidada.
Recuerda que a pesar de cómo eran entonces, no hubo ningún momento en el que sintiera soledad. Ella se iba sin decirle adiós y él la dejaba irse. Rutinas, días. Lo verdaderamente importante siempre fue estar ahí y todo lo demás era solo temporal. Era como verlo desde fuera. Se veía a sí mismo mantener distancia sin dejar ningún espacio entre ellos, la veía a ella dejarse arrastrar a su mundo sin resistirse a penas.
A veces bajaba la mirada al suelo cuando andaban juntos por los pasillos temiendo que todos vieran el orgullo en su cara. Ella era suya. Lo era. Lo sabía cuando caminaban juntos, cuando hablaban. Era algo que escuchaba en su voz.
Recuerda el pánico al sentir su vida en sus manos. Ella decidió seguirle sí, pero él no decidió en ningún momento aminorar su marcha.

Ahora ella está durmiendo en su cama enrollada en las sábanas y él está en esa misma postura en su sofá. A oscuras, sentado, con las manos enlazadas mirando la puerta. Se ha vestido para ir a la oficina. Pensaba dejarla dormir, pero se ha sentado para atarse las botas y le ha venido el recuerdo de verla salir por la puerta.
"Creí que defendías tu territorio" le dijo aquella vez. "Claro que lo hacía" la contestó.


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Hay, en el cruce de dos calles insignificantes de Arlington, un bonito Arce que da sombra a quién se deja caer en el banco cercano. En su tronco las huellas de los años. Toda una historia por contar. Las hojas verdes meciéndose a principios de verano, con esa brisa cálida de los días tranquilos.
Lo normal es no ver ese banco vacío. Siempre hay jóvenes o ancianos sentados bajo la sobra del Arce. Pasando sus tardes. Dejando que llegue la noche para irse a sus casas. Entonces el banco y el Arce se quedan solos. Los pocos transeúntes los dejan de lado en su camino y la noche avanza y la brisa es fría.
En una de esas noches de verano fue cuando Raymond vio el árbol. Allí en su soledad, en esa calle sin nombre y luego vio el banco y decidió que ese era un buen lugar. Cruzó la calle vacía de coches y sonidos y dejó la bolsa bajo el banco.
Nadie vio nada y Raymond se alejó entre los viejos edificios sin mirar atrás. Nada importaba ahora.


Unas horas después, con el barrio ya despierto. Tenemos a dos ancianos sentados bajo el Arce. Hablan con un hombre que se ha parado enfrente suya. La conversación deriva de lo mal o bien que van los Yankeys a la típica conversación sobre lo bien que se vivía antes. Se oye el ladrido de un perro y los tres se giran a mirar. Es la Señora Marí paseando a su Terrier. Se saludan mutuamente y el Terrier olfatea dónde orinar. Olfatea el Arce pero algo le llama más la atención y tira de su dueña para acercarse al banco. La Señora Marí piensa que el animalito habrá decidido cambiar hoy y orinar en la pata del banco en vez de en el tronco del árbol. El pobre árbolito se debe sentir aliviado. El Terrier tira aún más y se mete bajo el banco. La Señora Marí le llama la atención y el perrito no la hace caso. Tira de la correa y consigue sacar al perro que estaba enredando con algo. La calle entera se queda quieta para mirar tras el grito que la Señora Marí ha dado al ver lo que el perro sacaba. Los dos ancianos se levantan asustados. Nadie reacciona lo suficiente como para decirle algo a la Señora Marí y calmarla. La dejan gritar. El hombre que estaba parado junto a ellos se acerca al Arce para vomitar. Al pobre Arce le hubiera gustado poder girarse para no mirar y ver con lo que el Terrier meón de la Señora Marí está jugando.


El Agente de policía que llegó el primero al lugar procuró hacerlo todo bien. Se llamaba Carver. Sabía que había que cuidar las pruebas y por eso no dudó en darle un nuevo disgusto a la pobre Señora Marí e incluir al Terrier como prueba forense. El animal ladraba y lloriqueaba en el furgón mientras la Señora Marí intentaba calmarle hablándole desde fuera, rodeada de Agentes de policía que se estaban encargando de colocar la cinta amarilla para que cualquiera de los muchos curiosos que se habían acercado al lugar, alterara algo de la escena.
Carver se sentó en el banco y levantó la vista hacia el Arce compadeciéndose de él: el olor a ácido de la vomitona y del cadáver aún lo impregnaban todo. Los dos ancianos y aquel hombre estaban sentados en la acera algo más allá y había otro Agente con ellos tomándoles declaración. Carver miró a ambos lados y luego al suelo y entonces vio acercarse unos zapatos negros. Alguien le preguntó algo y luego él levantó la mirada. Le volvió a preguntar "¿Es Usted el que llegó primero?" y él responde que sí con la cabeza. "¿Puede acompañarme?" y él se levanta y sigue al hombre de los zapatos negros.

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Scully se apoya en la pared. Los brazos cruzados, la mirada en él. La dijo que la ayudaría a colocar el nuevo mueble en el cuarto de baño. A ella eso la sonó alegre. Hacía mucho tiempo que hacía esas cosas ella sola y el que él quisiera hacer algo tan típico la parecía divertido. Todo controlado, despacio, seriamente.
Termina y la mira y la devuelve la sonrisa. Ella le pregunta si quiere una cerveza y se encamina directamente a la cocina a abrir un par. Él la sigue y se sientan en las sillas. Se miran preguntándose si las cosas cambiarán algún día tanto como para echar de menos como estaban antes.
Ella lleva una camiseta blanca y la brillan los ojos con la luz. Él intenta no mirarla tanto como desea, en cambio ella no deja de mirarle. Siente como si siempre hubiera sabido lo que iba a ocurrir y de qué modo. Recuerda que no la pilló tan desprevenida como hubiera imaginado. Era algo que mantenían a la espera y no tenía principio. Cuando él se calló ella sabía que iba a ser así. Él silenciando una conversación sin importancia y luego aquella mirada. Nada de conversaciones sobre a dónde va esto. Le mira y lo sabe. ¿Hacía dónde fue siempre? Le mira y no quiere volver atrás. Así está bien. Hace meses de aquel momento de silencio en su salón y sino fuera por que el cosquilleo aún la suena a nuevo, juraría que ocurrió hace años. Quizá ocurrió y lo olvidaron.... o quizá lo que olvida ahora al mirarle sea todo lo que entonces no tenía.


Llaman a la puerta y Mulder deja que sea Scully la que abra. Ella le mira nada más ojear por la mirilla y al abrir deja entrar a Skinner con unos lustrosos zapatos negros. Les dice que tienen que ir a Arlington, que han encontrado algo. Mulder le pregunta el qué desde la cocina, aún sentado en la silla y Skinner respira hondo antes de contestar.

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Es una avenida muy concurrida y hay mucho tráfico. Ellos hacen guardia dentro del coche. En un par de horas no han visto al tipo que buscan entrar en la casa dónde vive. Una casa solo alejada por un par de manzanas de aquel cruce con el banco y ese bonito Arce.
Encontraron huellas en el pequeño cadáver que había dentro de la bolsa. Un bebé. Nada sobre el porqué, pero sí sobre el cómo y el quién. Murió envenenado y llevaría muerto unos días o unos meses. Eso era muy raro. El aspecto del bebé era muy raro. Los resultados del laboratorio les dirán algo más. Las huellas estaban en el cadáver y en la bolsa de papel dónde lo metió para dejarlo bajo aquel banco. El tipo se llamaba Raymond James y vivía solo en una antigua casa en mitad de la ciudad. Sin antecedentes, sin nada fuera de lo normal en su historial excepto el que se hubiera casado siendo muy joven. Ambos se miraron extrañados cuando el Agente Carver les contó aquello. Se casó con diecisiete años y cuatro años después se certificaba la muerte de su esposa, Sarah James, por una enfermedad cardíaca. Todo indicaba que lo superó rápidamente porque a los dos meses comenzó a trabajar como actor en un teatrillo del centro. Desde entonces ha ido yendo de aquí para allá trabajando en diferentes cosas. Nada fuera de lo común. Paga sus impuestos. Carver les enseñó una fotografía de Raymond y Sarah. Parecían felices.

Scully sabe que no va a tardar mucho en cerrar los ojos. Son las cuatro de la mañana y llevan todo el día sin parar. La autopsia al bebé fue dura. Mulder la miró con esos ojos de no querer ver aquello y ella le dijo que no se preocupara, que saliera fuera. La preguntó antes de salir si no la importaba y ella se quitó la mascarilla para sonreírle y decirle que no se preocupara. No era la primera vez que tenía a un bebé en la sala de autopsias.
Mulder en cambio está mirando al otro lado de la calle. Hay un par de tipos hablando en la puerta de una cafetería. Uno de ellos gesticula mucho y el otro ríe. Mulder imagina lo que le puede estar contando que haga tanta gracia: un chiste, una anécdota....

Escuchan un golpe atrás y ambos se giran sorprendidos. Ninguno esperaba que alguien pudiera abrir la puerta de atrás y sentarse dentro del coche. Ambos piensan si dejaron o no las puertas abiertas mientras miran al tipo y ambos mueven sus manos hacia sus respectivas armas al ver que el tipo al que buscan está dentro del coche.

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Hay un cuervo cerca. Se oyen sus graznidos. Raymond está sentado sobre el tejado de su casa. Intenta concentrarse en las nubes y en los sonidos de la ciudad. Sirenas, coches, música en algún lado... Escucha nuevamente el graznido del cuervo y aprieta los puños. Nunca ha estado solo. No sabe cómo estarlo y sabe que se está volviendo loco por haberla perdido. Todo comenzó con el bebé. El niño nunca debería haber nacido. Pero ella quería uno, lo quería.
Sabe que le están buscando y no va a hacer nada por evitar que le encuentren. Les ha visto abajo dentro de un coche. Él dejó al bebé en un sitio público para que le encontraran. Eso no estuvo bien, pero no sabía que otra cosa hacer y necesitaba tiempo para despedirse. Se vuelve a meter por el ventanuco por dónde ha salido fuera y vuelve a su habitación a echar un último vistazo. No quiere dejar las cosas así pero él no tiene fuerzas para nada más. Ya ha acabado todo y solo espera que ahora esos agentes encuentren la causa y hagan algo al respecto.

Unas horas después Raymond fue ingresado en un hospital psiquiátrico bajo tratamiento. Estaba catatónico. Se había venido completamente abajo al poco de ser detenido. Cuando se metió en el coche de Mulder y Scully estiró ambas manos hacia ellos y les rogó que le detuvieran. Parecía exhausto.

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Scully abre la puerta y enciende la linterna. Son las tantas de la mañana y han decidido entrar en la casa de Raymond. Mulder va detrás olisqueando el lugar y ella pasa directamente al salón observando lo que la linterna alumbra. Ambos se paran para escuchar y luego se miran y él se acerca para encender la luz del salón. Con luz todo se ve distinto. Tétrico. Casi no hay adornos. No hay revistas, ni libros. Luego van a la cocina. Mulder abre el frigorífico y se agacha a mirar lo que hay dentro.

M-Comida saludable.

Ella mira dentro y luego le mira a él y sale de la cocina

Cuarto de baño y habitaciones en la planta baja prácticamente vacías. Bajan al sótano y abren otra nevera que resulta llena de comida congelada. Estanterías, cajas, trastos acumulados. Ven una mesa con herramientas y encima algo con lo que Raymond se debería estar entreteniendo últimamente: Un caballito de madera a medio construir. Scully mueve el caballito y este hace ruido al balancearse sobre la mesa de madera. Mulder va hasta el fondo y echa una ojeada.
Luego suben a las plantas de arriba. En la primera lo mismo: habitaciones vacías y años acumulados. En la segunda lo primero que les sorprende es que las paredes estén pintadas de colores claros. Hay más oscuridad por las ventanas tapiadas pero en conjunto parece más luminoso. Un par de cuartos con libros, un sofá y una televisión. Otro con una pequeña cocina y luego entran en una habitación más grande. Hay una cama enorme en el centro y toda la ropa de cama está revuelta. Mulder abre un armario a su derecha y Scully los cajones de un mueble a su izquierda.

S-Debía hacer la vida aquí.

Scully se fija en la ventana tapiada y se acerca a mirar. Debajo hay una mesa con libros y un cepillo del pelo. Mulder mira el mueble del otro lado de la habitación y la dice desde allí:

M-¿Scully?

Y ella se acerca a ver qué pasa y al llegar le ve con una horquilla del pelo en las manos. Él la mira extrañado ¿Raymond no vivía solo? y luego abre un cajón y mueve los botes que hay dentro: medicinas, colonias... Coge un frasco de colonia de mujer y vuelve a mirar a Scully y se gira mirando detrás de ella hacia el resto de la habitación.

M- Joder....

Scully se gira y ambos se quedan mirando la cama. Hay un bulto pequeño pero definitivamente sospechoso bajo las sábanas y ambos se acercan a mirar. Ella va hacia el otro lado de la cama y él la espera. Ella es la que levanta la sábana y él el que se echa hacia atrás instintivamente. Ni si quiera huele mal y casi no abulta. Parece consumida pero definitivamente es una mujer. Scully se acerca más y con el guante puesto la toca. No hay pulso. Casi no está rígida. Se aleja para respirar y pensar y luego le mira a él que está esperando a que le de alguna información pero no le dice nada. Parece algo confundida.

M-¿Y bien?

S- No sé Mulder... Parece Sarah pero..- Mira al cadáver de nuevo- Tiene el mismo aspecto que el que tenía el cadáver del niño... no sabría decirte cuánto tiempo lleva muerta..

Él la mira asombrado.

Tras la autopsia deberán esperar también los resultados del laboratorio para saber algo más. Tanto Sarah como el bebé debían sufrir una enfermedad que produjo ese estado en su organismo. Debían parecer cadáveres aunque no lo fueran. Eso debió ser muy duro para una chica tan joven. Scully también espera la confirmación del laboratorio sobre si Sarah y Raymond eran los padres del bebé muerto.
Mientras ella hacía la autopsia él ha estado investigando algo del pasado de Sarah y Raymond. Ha vuelto a la casa de Raymond y ha encontrado documentación sobre pagos y reuniones en una agenda. Al salir por la puerta, cabizbajo, con su gabardina y su traje oscuro, ha visto que una anciana le esperaba apoyada en la verja de la entrada. Le ha dicho "Puede que pueda ayudarles" y "Pobre Sarah, era tan buena" y Mulder la ha contestado que si quería acompañarle dentro y sentarse. La anciana, vestida de luto, ha entrado a la casa de Raymond mirando a su alrededor con los ojos muy abiertos y tras la invitación de Mulder de sentarse en el sofá ha comenzado a relatarle lo que Sarah le contó cuando estaba ya muy enferma sobre aquellos médicos. Mulder la escucha sentado en el otro lado de la sala. Había sido la vecina de la casa de al lado. Ahora vivía al otro lado de la ciudad, pero hacía años fue amiga de Sarah. "Sarah era muy parlanchina" le dice a Mulder mientras se mira las manos. Visiblemente triste, visiblemente afectada. Otro vecino la avisó de lo de Raymond y el FBI y ella quiso acercarse a ver qué pasaba. "Les cogí mucho cariño ¿Sabe? Mis hijos tenían su edad".

Resultó que Raymond y su esposa pudieron comprarse la casa gracias a unos ingresos extras que tuvieron al año de casarse. Su mujer trabajaba como ayudante en la Universidad y la ofrecieron una buena cantidad de dinero a cambio de someterse a algunas pruebas. Tanto Raymond como ella no iban a aceptar tan rápidamente así que estuvieron reuniéndose con el equipo médico durante varias semanas hasta que quedaron convencidos viendo que el tratamiento no era peligroso y que no tendría efectos secundarios.

Fueron cuatro médicos los responsables. Sarah Carver moría a los cuatro años de haberse casado con Raymond en una sala preparada especialmente para ella en la Universidad. La anciana le dice que busque el los periódicos, que la noticia de su muerte salió publicada aquel día junto con una fotografía de los médicos que lucharon por salvarla. "Eran ellos" le dice la anciana a Mulder. "Raymond me lo dijo. Les odiaba".

Mulder se despide de la anciana ya en la calle y llama a Scully. Camina mirando al suelo mientras la hace un resumen de lo que acaba de oír. La dice, mirando la agenda de Raymond que lleva en la mano, que rastreará las cuentas de ambos. Luego se para cuando llega a la altura de dónde tiene aparcado el coche y mira al cielo y la pregunta:

M- ¿Qué crees que pudieron hacerla?


Horas más tarde llegaron los resultados del laboratorio que esperaban y ya en el Hoover Mulder y Scully subieron a hablar con Skinner. Debían informarle de el resultado de la autopsia y ahora tenían algo más para contarle. Le contarán lo que Mulder averiguo sobre la pruebas y el equipo médico que la trató. Ahora tiene sus nombres y unas fotografías del equipo en el que los cuatro médicos salen muy sonrientes en el campus de la Universidad. Le dirán que Scully averiguó que Sarah murió envenenada de la misma manera que el bebé, que no ha encontrado signos de violencia en el cadáver, que el bebé era suyo y que había dado a luz hacía casi un mes. Le dirán que dio a luz en su casa y que el niño sufría de la misma extraña enfermedad que su madre. Ella le dirá ante la mirada de asombro de Mulder por oírla decirle algo semejante a Skinner, que era como si hubiera muerto hacía años, que el estado de su organismo era inexplicable y que debido al estado del cuerpo no podían concretar mucho más. Skinner les preguntará que cómo pudo estar viva después de que certificaran su muerte y ellos le responderán que no lo saben.

Una noche dura y esta mañana parece no tener fin. Ambos se dirigen a la Universidad dónde comenzó todo y Mulder busca algo en la radio que le suene bien para despejarse. Suena el Keep on Runnig y sube el volumen. Scully acelera al meterse en la autopista deseando encontrar a esos tipos.

En la Universidad no consiguen mucho. Hacía años que aquellos médicos estuvieron allí y toda la documentación fue trasladada a otro edificio del centro. Les condujeron a las salas dónde aquel equipo trabajó durante años ahora ocupadas por nuevas investigaciones y nuevo personal. Enseñaron las fotografías de los médicos, de Raymond y de Sarah y nadie les reconoció. A media mañana se dirigieron hacia el edificio dónde guardaban ahora toda la documentación antigua de la Universidad. Ambos mirándose al ver la cantidad de archivos que tendrían que examinar. Mesas grandes que llenaron de cajas y archivadores. Papeles y más papeles. Sentados en sillas de madera con los fluorescentes sobre sus cabezas. Cansados.
De los archivos se ocupaba un tal Rick. Un hombre de avanzada edad que vestía un traje muy usado y que debía pasar mucho tiempo solo por lo que estuvo hablándoles de sus nietos durante las cuatro horas que estuvieron allí. El pobre Rick puso cara de pena como si realmente les entendiera al ver que no había logrado encontrar nada realmente interesante después de tantas horas de trabajo. Les preguntó por el caso, diciéndoles que entendía que no pudieran contarle mucho y cuando mencionaron que había un bebé muerto de por medio Rick puso mala cara y gesticulando con la mano les rogó que no le contaran nada más.

Deberán cerrar así el caso y eso es triste. Esos tipos habían desaparecido de la faz de la tierra. Mulder la dice que lo más probable es que destruyeran toda la documentación sobre lo ocurrido. Ella le responde un "Como siempre". Mulder la mira, sabe lo que la hicieron a ella hace años, sabe que está cansada y que ha sido difícil y la dice "Vámonos Scully" mientras la pone una mano en la espalda para hacerla andar. Ella se deja. Él piensa en llevarla a su casa y besarla y bañarse juntos. Quiere lavarla el pelo y abrazarla bajo el agua caliente. Luego se quedará allí y dormirán juntos. Está deseando el silencio mientras ella duerme y él la mira dormir.
Pero al subir al coche le ha venido a la cabeza el lugar dónde Raymond dejó al bebé y decide ir hacia allí. Está atardeciendo y ella no le dice nada cuando le ve ir hacia Arlington. Llegan y él aparca al otro lado de la acera. Los dos mirando el Arce con sus hojas y el banco aún vacío tras lo ocurrido.

M- Eligió el sitio porque estaba cerca de su casa y porque sabía que había siempre gente sentada en el banco.

Ella le mira y se sienta de lado para hablarle.

M- Le metió en una bolsa de papel...

S- Puede que ya no anduviera en sus cabales.

M- Ya...- Se toca la corbata pensando- ¿Imaginas vivir así?

S- ¿Vivir así?

M- Sí... enferma, escondida, medio muerta, medio viva...

Ella se lo piensa.

S- ¿Crees que ellos la dejaron ir?- Le dice mirando hacia el banco.

M- No sé.. Raymond debió sacarla de alguna manera de aquella sala de la Universidad dónde la mantenían recluida. Quizá ellos la dieran realmente por muerta...

S- Y ahora lo está... ¿Crees que la mató él?

M- No, no lo creo... Puede que acabara con su propio sufrimiento tras lo del bebé .. Creo que al niño lo mató ella.

S-¿Ella?

M- Ella.

S- Ya... Deseaba un hijo y nació muy enfermo...

M- Y creo que Raymond aguantó todos estos años solo por ella y después de verla muerta... -Suspira- No sé... Puede incluso que dejara ahí al bebé para que se iniciara una investigación y los culpables salieran a la luz... Tantos años ocultándose en esa casa...

Ambos callan recordando el cadáver de Sarah en la cama de la habitación. Ambos debieron sufrir mucho durante años.

S- Vámonos a casa- Le dice con voz cansada.

Él estira la mano para mover la llave y arranca. Salen de allí dejando al Arce y el banco ver llegar la noche.
Los tacones en los escalones y la llave sonando mientras ella abre la puerta del portal. Se miran. Él se ha metido las manos en los bolsillos. Un vecino se cruza con ellos en el pasillo y se sonríen a modo de saludo. Ya dentro de casa la luz, el olor. Ella va hacia su habitación y él oye los tacones caer al suelo al quitárselos. Deja la cazadora sobre el sofá y va a buscarla. La encuentra desabrochándose los pantalones y va hacia el cuarto de baño. Mira el nuevo mueble y luego abre el grifo. Prueba el agua y se quita el Jersey. Sale a la habitación y se quita las playeras. Ella pasa delante de él hacia el baño medio desnuda y él la sigue. A ella se la pone el bello de punta cuando él la abraza por la espalda. Bajo el agua caliente un abrazo largo. Él se lava el pelo a la vez que se lo lava a ella y ella se deja hacer. Luego se lo secarán con la toalla al salir. Sexo y toallas en el suelo de la habitación. Mulder la abraza y recuerda otra vez lo que le dijo hacía ya tanto tiempo: "Creí que defendías tu territorio" y la dice al oído estando ella dormida: "Claro que lo hacía".